LA
UNIÓN PATRIOTICA COLOMBIANA Y EL CAMINO SOCIALISTA QUE AYUDÓ A
ABRIR. Jaime
Corena Parra. Septiembre 7 de 2012.
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Escribir
de la UNIÓN PATRIOTICA (UP), de su parto, vida y ocaso, es referirse
a la influencia social y política de su propuesta y por supuesto a
las manifestaciones de su resistencia heroica. Pero también es
reconocer el camino de cambio social que ayudó a abrir su corta
existencia, en cuanto se constituyó en un conjunto de nutrientes de
la transformación revolucionaria que despunta en Colombia en la
segunda década del siglo XXI. Y frente a la cual han elaborado sus
orientaciones y procedimientos, el partido único liberal-conservador
del capital, la izquierda democrática (de la crematística con
rostro humano y su democracia representativa), los sujetos sociales
que la proponen o la adversan y la izquierda revolucionaria (de la
economía política del trabajo y su democracia participativa).
Con
la crematística o sociedad de las mercancías, las ganancias y el
dinero, su Estado y su <ideología>> nación la segunda
gran época de la humanidad. La crematística con rostro humano es la
propuesta de capitalismo menos salvaje o regulado con algunas
políticas sociales; es la misma que entró en crisis en Portugal,
España y Grecia,
Y
precisamente como alternativa a la crematística con rostro humano,
la UP empezó a producir uno de los nutrientes revolucionarios que
hoy es indispensable destacar. El socialismo con democracia
participativa o de transformación revolucionaria de la sociedad, fue
planteado por Bernardo Jaramillo Ossa, Luis Emiro Valencia y el
conjunto de la tendencia socialista de la UP desde el año 1988. Y
precisamente antes de su muerte en el año 2010 Alfonso Cano lo
compartió. Propuso Cano que en la Nueva Colombia o en la de
transición hacia ella, el
pueblo participará de las decisiones fundamentales a todo nivel.
Esta propuesta, que también la sostuvieron en vida Orlando Fals
Borda y los equipos de trabajo en los cuales participó, empieza a
ser debatida hoy entre varios sujetos sociales colombianos.
Aunque
la palabra revolución
ha sido desterrada del léxico modernizante de la izquierda
democrática y el liberalismo gobernante con el presidente Santos a
la cabeza considera su uso como falta de <<realismo>>,
hay que volver a ella para entender la salida que reclama Colombia.
Por eso con apoyo en Mészáros1
y Kohan 2,
precisamos que el contenido social y político de la palabra
revolución hay que ponerlo en el centro de los cambios que necesita
Colombia, que son los mismos que se emprenden en Latinoamérica y
reclama el Mundo para superar su crisis estructural. ¡La historia
no ha terminado, ahora es que continúa!
La
propuesta de Alfonso Cano de 2010 ha sido ratificada por Timoleón
Jiménez, comandante general de las FARC-EP, en su alocución al país
que reprodujeron a principios de septiembre de 2012 varias cadenas
audiovisuales de Colombia y Suramérica. Para Jiménez, el contenido
de la nueva negociación política entre el gobierno liberal de
Santos-Garzón y las FARC por la solución del conflicto social y
armado interno, también lo pondrá la movilización popular. Con
este planteamiento de la dirección de las FARC quedan interpelados
el liberalismo gobernante, la izquierda democrática y la izquierda
en proceso de autocritica y reunificación. Es hora de decirle a
Colombia y al mundo, en un dialogo abierto, de cuál idea de
democracia y de economía estamos hablando para solucionar el
conflicto social armado interno.
También
está interpelada la intelectualidad modernizante que consideró a la
insurgencia armada como <<un obstáculo a las transformaciones
sociales que el país requiere>> y <<responsables en
alguna medida de la injerencia extranjera>>. Una de las
defensoras de estas ideas, la profesora universitaria Socorro
Ramírez3,
tiene ahora la oportunidad de precisar a qué tipo de
transformaciones sociales se refiere y de encabezar la movilización
popular por desmontar la presencia de bases militares norteamericana
en el país. A esta batalla de ideas retornaremos en el capítulo
IV de
este trabajo.
Para
iniciar este escrito abordamos la pregunta ¿de dónde proveníamos
antes de ingresar a la UP a finales de 1987? Con el intento de
respuesta a esta cuestión mostramos que la UP fue un hecho social,
fue continuidad y discontinuidad dialéctica de un largo y rico
periodo de luchas sociales y políticas del pueblo colombiano y
también de su producción de ideas transformadoras, muy vinculadas a
la historia de Latinoamérica.
Esta
tarea nos la encomendó Luis Emiro Valencia durante la amistosa y
productiva entrevista que sostuvimos en Coro y La Vela de Coro en
junio de 2012. Aquí la cumplimos con placer y nostalgia. En esa
ocasión Luis Emiro estuvo acompañado de Omar Rodríguez de Desde
Abajo y
del historiador venezolano Humberto Trómpiz.
CAPITULO
I. NUESTRA PROCEDENCIA ANTES DE INGRESAR A LA UNIÓN PATRIOTICA EN
1987.
A
principios de los años 80s del siglo anterior se formaron en
Colombia varios colectivos sociopolíticos interesados en luchar por
la paz con justicia social en el país desde la vida provincial. Uno
de esos colectivos nació en Barrancabermeja, ciudad capital de la
Solidaridad y el Trabajo, y se llamó Frente Amplio del Magdalena
Medio (FAM). Los Inconformes de Nariño y la Causa Común del Cesar,
fueron otros ejemplos destacados de estos movimientos. Del colectivo
FAM fue cofundador Ricardo Lara Parada a principios de 1984. Ricardo,
también nacido en Barrancabermeja, fue asesinado por orden de la
Dirección Nacional Provisional del Ejercito de Liberación Nacional
(ELN) en la puerta de su casa materna en noviembre de 1985, acusado
de traición a las orientaciones ideológicas de esa organización
insurgente, de la cual llegó a ser en la década de los años 60s
uno de sus comandantes. Este <<ajusticiamiento>> no
desarrolló para nada el programa de la Revolución Colombiana, ni
potenció al ELN como vanguardia ética de la misma. Por el contrario
sólo provocó fracturas en la izquierda y desencanto en algunos
sectores del pueblo por sus procedimientos. Como también provocó
desencantos en la izquierda el asesinato del dirigente del colectivo
Mir-ML (marxista-leninista), Alfonso Romero, por parte del comando
Pedro Arboleda desprendido del Partido Comunista-ML. Estas
expresiones de vanguardismo sectario se extendieron al asesinato de
tres indigenistas extranjeros por una orden de un comandante de las
FARC, que hasta resonancia mundial alcanzó, hecho que obligó en
vida a Raúl Reyes a pedirle perdón al mundo a nombre de las FARC. Y
luego a principios de este siglo alcanzaron un punto álgido con la
confrontación entre algunos destacamentos del ELN y las FARC en el
oriente colombiano, para alegría gubernamental e imperial.
En
su origen, noviembre de 1983-enero de 1984, El FAM fue aliado del
Partido Comunista Colombiano (PCC) y luego de la naciente UP en el
periodo 1985-1986 de la cual fue organización fundadora e integrante
el PCC. A finales del año 1987 el FAM se suma a la UP y comparte
con ella la misma propuesta de Paz con Justicia Social. La vida del
FAM y de otros movimientos provinciales de izquierda fue muy corta,
pues la dinámica de la profundización de la lucha sociopolítica
colombiana provocó a principios de los años 90s un reagrupamiento
de los colectivos militantes en el seno de una nueva organización,
una de cuyas causas fue el ocaso de la UP perseguida por el terror
oligárquico. Quien aquí escribe participó del FAM hasta diciembre
de 1988 y de la UP en el exterior hasta diciembre de 1991.
Pero
hoy en el año 2012, centenares de personas que participaron de la
experiencia de los movimientos cívicos, los movimientos regionales
como el FAM, la vida de la UP, vuelven a retomar la idea de Frente
Amplio, Frente Unido, Unión o Unirismo y empiezan a converger en una
propuesta común de cambio social para Colombia orientado por las
ideas de la Democracia Participativa, la Economía Política del
Trabajo y el ejercicio del Pensamiento Socialista Transformador. E
inscriben este cambio en la búsqueda de la salida socialista mundial
a la crisis estructural del sistema del capital. Al final, en el
capítulo
IV de
este trabajo veremos qué tipo de pensamiento y cuál propuesta de
cambio de época histórica orientan la búsqueda de esta salida.
Llegar a elaborar esta visión significó un largo periodo de
aprendizaje colectivo producto de la participación en varios
intentos de transformación de la realidad.
Por
eso quisimos hacer este escrito proponiendo ver el desarrollo de los
movimientos sociales transformadores de la realidad sociocultural
colombiana y la participación colectiva e individual en ellos, como
estadios de lucha y aprendizaje socialista-comunista. En nuestro caso
las décadas de los años 60 y 70s del siglo XX fueron la primera
escuela, el FAM la segunda, la UP la tercera y el largo periodo
post-UP la cuarta escuela que nos introduce a la quinta escuela o de
la conformación actual del Frente Amplio de los movimientos de
Trabajadores y Trabajadoras y de los Pueblos Originarios por el
cambio hacia la tercera época histórica, cuya transición no
rectilínea, ni mecánica es la construcción socialista.
LA
PRIMERA ESCUELA: LA DÉCADA DE LOS AÑOS 1963-1983.
Los
años 1963-1973 en los cuales centenares de militantes de izquierda
colombiana empezamos a aprender de socialismo, significaron la última
década de expansión general asombrosa de la economía-mundo
(Wallerstein4),
o dicho con apoyo en Mészáros5,
del capitalismo como forma histórica del sistema del capital. La
expansión que Wallerstein llama la <<fase a>> o de los
<<gloriosos treinta>>, va de 1940-45 hasta 1967-1973. A
partir de 1973 y por treinta años, en la <<fase b>>,
según el mismo autor, las utilidades provenientes de las actividades
productivas han estado por debajo de la <<fase a>>
anterior, lo que llevó a la predominancia de las actividades
especulativas sobre las industriales como fuentes de utilidades.
Crece en la <<fase b>> el desempleo y la polarización
social tanto a nivel mundial como en cada Estado. Para Mészáros
esta <<fase b>>, es la fase de la crisis estructural del
capital. Los años 1973-83 fueron de profundización y definiciones
en las luchas sociales y de liberación nacional y en ellos la
existencia de la OPEP y los precios del petróleo cobraron gran
significado sociopolítico.
En
ese periodo triunfa la Revolución Vietnamita y la Revolución
Nicaragüense, proliferan las dictaduras terroristas del sistema del
capital en Suramérica y Centroamérica, se afianzan las propuestas
del <<capitalismo con rostro humano>> en Europa como un
muro de contención a la expansión del socialismo soviético y se
agotan los influjos del mayo francés de 1968 y nacen sus
continuadores alternativos dentro del sistema que querían cambiar.
En fin, la realidad sociopolítica mundial nos pone ante un amplio
abanico de orientaciones para enfrentar el presente y el futuro del
sujeto de la historia: las sociedades humanas con sus polarizaciones
sociales no resueltas desde que se originó la crematística y su
Estado hace más de 5000 años (Dieterich6,
2005).
El
colectivo FAM de luchadoras y luchadores sociales formado en un
pequeñísimo rincón del mundo, Barrancabermeja, a partir de
noviembre de 1983-enero de 1984, fue impregnado por los
acontecimientos sucedidos en el periodo 1963-1983, por supuesto sin
comprender a fondo para entonces su significado. Desde la música del
Caribe este colectivo en cierto sentido fue bien retratado por los
versos de Santiago Cerón en Lindo
Yambú.
La participación en el destacado periodo de vida política y social
nos fue juntando en nuestras ideas y luchas, haciéndonos reconocer
que <<todos y todas nacieron en el mismo solar donde yo nací y
cantan como yo la alegre melodía de los suburbios>>. En
efecto, habíamos vivido u observado experiencias similares y
cantábamos los mismos versos sentidos y de clase; queríamos lo
mejor para todos nuestros <<suburbios>> y no solo para
uno de ellos.
Repasemos
a grandes rasgos la herencia cultural-política que recibimos para
comprender el desafió que implicaba sintetizarla bajo un enfoque
dialéctico, del cual para ese entonces apenas aprendíamos a
emplearlo en la orientación de las luchas sociales. Las y los más
jóvenes seguimos las luces de los más viejos y nos nutríamos de la
interacción creadora con los colectivos barriales y obreros de los
cuales hacíamos parte.
La
década de los años 60s
Bebimos
de las conversaciones informales en nuestros hogares. A la memoria
viene el año de 1963 y con éste las reuniones y parrandas de
nuestros padres y vecinos obreros, en las que hacían referencias a
los móviles de la insurgencia liberal gaitanista, al primer poder
político obrero fugaz de 1948 que tuvo lugar en Barrancabermeja, a
la lucha obrera por la nacionalización del petróleo y su industria.
Con orgullo en esas tertulias oímos que el poder obrero
sobreviviente local conquistó en 1951 esa nacionalización y dio
origen a la Empresa Colombiana de Petróleos, Ecopetrol, en
cuya dirección la clase obrera no se propuso participar.
Esos relatos fueron formando nuestra primera visión clasista de la
vida. Crecimos pues con las Gloriosa Huelgas de la Unión Sindical
Obrera (USO) en defensa de los intereses de clase, de la Patria de
los humildes y su empresa Ecopetrol y la solidaridad militante que
tuvieron lugar en 1963, 1971, 1977 y 1981. La huelga petrolera de
1963 nos agarró siendo niños a punto de iniciar la educación
secundaría y dejo en la mayoría de la población de la ciudad una
profunda huella respecto a la capacidad de movilización obrera, pero
también de la actuación brutal de las fuerzas militares del Estado
Burgués, administrado por el partido único liberal-conservador en
el poder. Esta huelga dirigida por la USO (Unión Sindical Obrera)
fue declarada ilegal por el gobernante partido conservador presidido
por Guillermo León Valencia. Los dirigentes de la huelga fueron
despedidos y ésta tuvo como móviles los atropellos gerenciales y su
ineficacia administrativa y la firma de un nuevo contrato colectivo.
Fue respaldada por toda la población de Barrancabermeja que pocos
meses atrás había hecho un paro cívico por mejores servicios
públicos y desató la realización de una de las primeras huelgas de
solidaridad que se hayan hecho en Colombia, la huelga de la mayoría
de sindicatos de FEDEPETROL (Federación de Trabajadores Petroleros
de Colombia).
A
finales del año de la huelga de 1963 fue asesinado el presidente
Kennedy en Texas quien abanderó el movimiento liberal imperial
llamado La Alianza para el Progreso, que no fue ninguna alianza, sino
una orientación contrainsurgente bien apoyada en Venezuela por la
dupla COPEI-AD y en Colombia por su homóloga compuesta por el
partido liberal-conservador. De ahí que en algunos momentos de las
tertulias obreras de fin de semana se dijera que la Alianza para el
Progreso era un instrumento para disminuir la influencia de la
Revolución Cubana, que muchas simpatías despertaba en
Latinoamérica.
En
los años 60s del siglo XX fuimos influenciados por la difusión de
las ideas y los primeros logros de la Revolución Cubana que se
difundían por radio, por la actividad de las guerrillas comunistas
en Colombia y por la conversión de una parte de las guerrillas
liberales gaitanistas de la década de los 50s en guerrillas
revolucionarias que se unieron a ellas para dar origen posteriormente
a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y su
programa nacionalista y agrario. Bebimos del trabajo de hormiga y
sacrificio del Partido Comunista Colombiano y su programa de
revolución por etapas y de la plataforma del Frente Unido que agitó
el sacerdote de la Teología de la Liberación, Camilo Torres
Restrepo antes de ingresar a las guerrillas del ELN.
Al
finalizar la década de los años 60s en los debates en la Educación
Secundaria, supimos que por los años 1963-64 se evidenció la
división del movimiento comunista internacional y por tanto la
fractura del PCC y el nacimiento en nuestras narices del Partido
Comunista de Colombia-Marxista-Leninista (PCC-ML) seguidor de la
Revolución China orientada por Mao y de la organización política
militar Ejercito de Liberación Nacional (ELN) seguidor de la
Revolución Cubana orientada por Fidel. Libardo Mora Toro uno de los
dirigentes del paro cívico de 1963 en Barrancabermeja, fue uno de
los fundadores del PCC-ML y Luisa Piña, también dirigente destacada
de ese paro, fue una promotora destacada de la creación del Frente
Unido que lideraba el sacerdote Camilo Torres Restrepo. A principios
del año 1966, fuimos conmovidos por la muerte de Camilo en las filas
Guerrilleras del ELN.
Empezamos
a preguntarnos por qué algunas organizaciones políticas del pueblo
duraban poco, por qué se fracturaban y nacían otras. Vimos en esa
misma década que muchos de nuestros padres militantes del gaitanismo
se afiliaban al nacimiento del Movimiento Revolucionario Liberal
(MRL) orientado por Alfonso López Michelsen por fuera del Frente
Nacional liberal-conservador que gobernó a Colombia, entre 1958 y
1974. El MRL duro poco y luego algunos de sus colectivos
sobrevivientes en el Departamento de Santander, concretamente en
Barrancabermeja, originaron a fines de los años 70s el Frente de
Izquierda Liberal Autentico (FILA) dirigido por Horacio Serpa, que
llegó a ser senador de la República y uno de los presidentes de la
Asamblea Nacional Constituyente de 1991.
Nuestros
oídos estuvieron prestos a los ecos de los movimientos de calle por
la liberación del pueblo de vietnamita del imperialismo
norteamericano y por la Paz mundial, que de una u otra forma
vinculábamos con los Beatles y la movilización ciudadana en los
propios Estados Unidos. Y también por supuesto dialogamos sobre la
muerte de El Che en Bolivia en 1967 y su propuesta de revolución
socialista o caricatura de revolución
para las condiciones de América Latina. Y hasta las aulas de la
educación secundaria y la calle en 1968 y 1969 llegó el influjo del
mayo francés, que reclamaba como en la Revolución Francesa del
siglo XIX, libertad, fraternidad e igualdad, pero criticaba las
deformaciones de la izquierda, pidiendo la conformación de una
organización política diferenciada del autoritarismo verticalista
para construir un nuevo sistema de vida.
La
década de los años 70s.
Así
que ingresamos a la década de los años 70s en pleno auge de la
multiplicación de la organización de los colectivos revolucionarios
y el crecimiento de las organizaciones sociales en el campo y la
ciudad. Su práctica se orientaba en gran parte por el debate acerca
de la caracterización histórica de la sociedad, la concepción de
la Revolución y la estrategia o forma de hacerla. Pero también por
la lucha fragmentada por reivindicaciones sociales específicas. Ese
mismo debate fue el que ocupó la vida de la izquierda
latinoamericana por esos años, como bien lo muestra Kohan7
en su libro, EN
LA SELVA.
La esencia del debate fue alrededor de las propuestas de revolución
por etapas, la revolución nacionalista, la revolución
anticapitalista o la revolución ininterrumpida por la liberación
nacional y el socialismo y las formas de hacerlas. Hoy, a finales del
año 2012 el debate reaparece en Colombia con la apertura de la
negociación entre el gobierno colombiano de Santos y Garzón y la
insurgencia de las FARC por buscarle una salida al conflicto social y
armado interno. Reaparece bajo otras condiciones y con el pueblo
apropiándose progresivamente de éste.
Pero
en esos años, el pueblo trabajador esperanzado en la búsqueda de
mejores condiciones de vida en una sociedad que estructuraba su
quehacer principalmente alrededor de las grandes ciudades, no
ingresaba masivamente a los colectivos revolucionarios, ni se
incorporaba a sus debates. Pero si asistía a las convocatorias
electorales que hacían los movimientos nacientes que ofrecían una
vida mejor y en apariencia tomaban distancia del partido liberal y el
partido conservador o cuando no se mantenía ausente del ejercicio
del voto. Algunos colectivos de la abstención política electoral
llegaron a concluir que esto último era una prueba de la justeza de
su planteamiento. Pero ocurría que ese grueso de la población
tampoco participaba de sus acciones.
Así
fue que en la década de los años 70s vivimos de cerca el auge
efímero de la Alianza Nacional Popular (ANAPO) dirigida por el
General Gustavo Rojas Pinilla y su hija María Eugenia Rojas. El
general Rojas era asociado con la construcción de Vías, Escuelas y
Hospitales, y por algunos activistas con el auge de los militares
desarrollistas en América Latina desde Cárdenas y Perón. La
jefatura de la ANAPO claudicó ante el asalto que la burguesía
colombiana hizo a su triunfo electoral en 1970, situación que
influyó poco después en el nacimiento del Movimiento 19 de Abril
(M-19) que a su vez influyó mucho en el desarrollo del planteamiento
de la izquierda nacionalista y bolivariana. El M-19 tomó distancia
de los debates sobre el tipo de sociedad y revolución, donde casi
siempre como modelos a seguir se citaban las revoluciones rusa,
china, vietnamita y cubana. Sin embargo en unos pocos casos algunos
sectores de la izquierda y varias federaciones sindicales regionales
intentaron penetrar en el conocimiento de la realidad nacional para
plantear desde allí su transformación revolucionaria.
Nos
impactó el triunfo de la Unidad Popular (UP) en Chile en 1970 y
luego su sangrienta derrota de septiembre de 1973. Esta situación
estimulo el debate en la izquierda sobre la transición pacífica al
socialismo, que promulgaba el Partido Comunista de la URSS (PCUS)
siguiendo el legado de Kruschev, pero que por ejemplo el PC
Colombiano o el PC salvadoreño no siguieron, pero sí el PC
Boliviano que no apoyó al movimiento revolucionario armado del Che
en Bolivia o el PC argentino que en aras del anti-fascismo de las
orientaciones sobrevivientes del estalinismo de la III internacional,
se coaligó con la dictadura burguesa militar en su país.
Y
todo este manantial de observaciones y acontecimientos repletos de
enseñanza de la década de los años 60s y principios de los años
70s, nos introdujo como colectivo de hijos e hijas de trabajadores
petroleros en la lucha por las ideas y la práctica
socialistas-comunistas. Y claro, por esta razón y por pocos años,
entre 1972 y 1979 ingresamos a los círculos de estudio y trabajo
revolucionario de un par de agrupaciones de izquierda, pero muy
vinculados a la lucha obrera y cívica. Así fue que con pasión
juvenil y naciente fundamentación teórica participamos del debate
alrededor de las proclamas proletarias del PCC, del Movimiento
Obrero Revolucionario (MOIR) y los grupos ML (maoístas) y
socialistas como el Bloque o la Unión, que incidían en los
movimientos universitarios que luchaban por la educación gratuita y
la soberanía nacional y en algunos centros obreros: Barrancabermeja,
Bogotá, Barranquilla y Manizales, donde intentábamos difundir el
manifiesto de Marx y Engels de 1848 y estudiar los primeros capítulos
de la crítica de Marx al Capital.
Nuestra
idea sobre la lucha obrera fue adquiriendo fundamento, primero la
entendíamos como la lucha sindical por mejores condiciones de vida y
de trabajo y la defensa de las empresas estatales que como Ecopetrol,
empezaron a sufrir desde 1974 con el Gobierno liberal de López
Michelsen serías amenazas de fractura y privatización. Por la lucha
cívica entendíamos principalmente el acceso de los pobladores
urbanos populares a los servicios públicos y a su buen disfrute.
Pero
la preparación y realización del Paro Cívico Nacional de
septiembre de 1977 orientada por una plataforma común obrera y
cívica, que convergió con la gran huelga obrera petrolera de la USO
en todo el país en defensa de Ecopetrol, nos educó en la idea de la
necesidad de las luchas políticas obreras y cívicas. En ese
septiembre de 1977 el pueblo colombiano se confrontó con el gobierno
liberal de López Michelsen y las fuerzas armadas a su disposición.
La ciudad de Barrancabermeja fue ocupada militarmente entre fines de
agosto y principios de octubre de 1977 y empezamos a vivir el
preámbulo de lo que sería el Estatuto de Seguridad del gobierno
liberal de Turbay Ayala en el periodo 1988-2002, donde se
institucionalizó la práctica de <<mejor condenar un
inocente, que absolver un culpable>>. Y con ello nos quedó
claro que los viejos ideales de la libertad, la igualdad y la
justicia, solo podrían realizarse para las mayorías dentro de una
nueva organización política de la sociedad construida por ellas.
Participando
de la militancia de izquierda y su práctica, o sea por propia
experiencia constatamos que el dogmatismo y el sectarismo
caracterizaban una parte de su actividad e influían en su división
y tamaño. Hecho que también era causa de la división de los
movimientos sociales y de las centrales sindicales, y constituía un
gran refuerzo para el control de la ideología y la práctica
política del bipartidismo liberal conservador sobre un sector muy
amplio de la población colombiana, sobre todo del funcionariado de
la administración pública y los pobladores de barrio agrupados en
juntas de acción comunal, cuya preocupación era vivir mejor en su
hábitat inmediato.
La
superación del autoritarismo violento de la derecha y del
dogmatismo-sectarismo en la izquierda: dos tareas indispensables e
ininterrumpidas.
Fuimos
comprendiendo que la superación del autoritarismo violento estatal
de la derecha liberal conservadora y el dogmatismo-sectarismo en la
izquierda son tareas indispensables para avanzar en la lucha por el
ideal socialista-comunista. La primera superación requiere de una
revolución social y la segunda una revolución en la revolución. Y
ambas tareas requieren de una lucha constante en varios planos: en la
economía, el ejercicio del poder y las ideas.
Ya
teníamos información sobre el comportamiento autoritario jerárquico
burgués que se reproducía en la Revolución Soviética a nombre del
centralismo democrático, practicado por una nueva clase social (no
solo una burocracia), que usufructuaba el ejercicio del poder y la
dirección de su economía, bajo la fusión en una sola entidad del
partido, la empresa y el Estado.
Fuimos
comprendiendo con Engels que el dogmatismo-sectarismo es directamente
proporcional a la superficialidad en nuestra formación socialista e
inversamente proporcional a nuestra inserción en el desarrollo del
movimiento proletario consciente de su tarea histórica. Pero que es
superable por la vía de la crítica y la autocritica, del ejercicio
de la ética o la ciencia crítica y por supuesto por la
participación política del proletariado8
en la lucha por el socialismo.
Como
hoy en la Izquierda democrática la idea de <<proletariado>>
se considera anticuada, quizá bajo el <<supuesto novedoso >>
de que ya no existe el plustrabajo (plusvalor o plusproducto), valga
en acuerdo con Mészáros9,
recordar la idea que defendemos de proletariado, con la cual queremos
denotar la cuestión del agente social de la transformación,
<<porque eso es lo que la palabra “proletariado resumía en
tiempos de Marx, y que la gente a menudo entiende como proletariado
industrial>>.
Para
Marx, siguiendo a Mészáros, <<el concepto de “trabajadores
manuales” no podía proporcionar un marco adecuado para la
explicación de lo que se requería para un cambio social radical.
Marx hablaba de cómo se “proletarizaba” un número cada vez
mayor de personas a través de la polarización de la sociedad>>.
Acaso no es esa la realidad qué se sigue reflejando 130 años
después de la muerte de Marx, en la lucha anti-sistema capitalista
en Europa y los propios Estados Unidos y en el Norte de África. Y
por supuesto en países como Colombia en Suramérica. La cuestión
es, prosigue Mészáros, como la mayoría de los individuos caen en
una condición en la que pierden el control de todas las
posibilidades de sus vidas, y en ese sentido se proletarizan y no
tienen el control del proceso de reproducción social.
Y precisamente las
fuerzas del trabajo que se movilizaron en el Paro Cívico Nacional de
1977 y después contra el Estatuto de Seguridad del gobierno liberal
de Turbay indicaron que el sujeto proletario transformador era mucho
más amplio del prefigurado por la estrechez de miras del
sectarismo-dogmatismo.
Pero además en la década
de los años 70s sentimos el aire fresco de muchas particularidades,
que nos ayudaron a ver como superable la existencia del obstáculo
del dogmatismo-sectarismo en la izquierda. En primer lugar desde 1974
calaron muy profundo en decenas de nosotros y nosotras los mensajes
aleccionadores de los Arahuacos de Napoleón Torres y la causa de los
pueblos originarios, respecto
a que debíamos aprender de su forma de producir, distribuir y
relacionarse con la madre Tierra,
de la
cual somos parte integrante.
Nos emocionamos con los triunfos del pueblo vietnamita sobre el
imperialismo norteamericano en 1975 y la Revolución Popular
Sandinista contra la dictadura norteamericana-somocista en 1979. Es
decir, la práctica de otros pueblos mostraba que el autoritarismo
violento de la derecha era superable por la vía revolucionaria, por
el intento de construir una nueva organización política de poder en
la sociedad. De esta forma fuimos penetrando en el debate sobre el
Estado.
En segundo lugar, nuestra
mente estuvo abierta a otros componentes del desarrollo humano y
entre la lucha de ideas y la movilización social por la visión que
teníamos del socialismo fuimos cautivados como en la década de los
años 60s por el deporte de calle y de los trabajadores de las
empresas de la ciudad (distinto al deporte mercancía). En la
Barrancabermeja de los años 60s su selección de Futbol fue
aglutinadora de multitudes y exitosa frente a equipos profesionales
del torneo nacional. Y la de Beisbol fue subcampeona nacional en 1958
y 1965. Ambas fueron integradas en su mayoría por trabajadores
petroleros.
Y en la corta lucha como
estudiantes (trabajadores en formación) de una universidad pública
supimos que la educación crítica para todos y todas nos libera y en
cambio la liberal-conservadora-tecnocrata nos ilustra parcialmente,
pero nos seda y nos acrecienta el individualismo. Logramos entonces
aclarar que la ciencia no es neutral y que su acción reciproca con
la tecnología y su uso social, son convertibles en herramienta de
Revolución o en la legitimación de la reproducción del orden
social vigente del capital. Los dos últimos años de colegio y los
5 de universidad repletos de mensajes de izquierda nos enseñaron que
la formación escolar adquirida nos convertía en miembros de los
colectivos de la mano de obra calificada y nos alejaba del
omnubilador peldaño de la <<clase media>> al cual el
<<profesional>> competitivo llegaría de forma individual
y selecta. Supimos que la idea de <<clase media>> es un
señuelo que describe al trabajador o la trabajadora con formación
profesional específica y/o que recibe más altos ingresos salariales
mensuales, por medio del cual el sistema del capital fracciona la
unidad del conjunto del trabajo directivo, de inspección y operativo
que garantiza el control de su reproducción y ampliación.
El autoritarismo
violento oligárquico no frenaba el avance revolucionario.
Valga resaltar que en la
década de los años 70s vivimos la persecución política contra las
organizaciones revolucionarias y sociales no controladas por el
bipartidismo oligárquico. La influencia de estas organizaciones
crecía a pesar de sus divisiones en varias tendencias. Y a pesar de
eso, de hecho el pueblo colombiano se confrontaba en la calle contra
el Estado de clase y sus fuerzas del <<orden>>. El pueblo
aprendía respecto a cómo un Estado emplea la violencia y las leyes
para imponer un modelo económico y social burgués.
En 1977 con el gobierno
de López la violencia se empieza a utilizar para defender el inicio
de las privatizaciones y el alza de precios en los artículos de
primera necesidad y los servicios públicos, tal como lo exigía la
banca mundial del capital, para asegurar que Colombia pagará los
intereses a la deuda. La violencia de clase burguesa agenciada por
el partido único liberal-conservador, se perfeccionó y profundizó
con el gobierno liberal de Turbay Ayala y se convirtió en un
<<estatuto de seguridad nacional>> y contra ella creció
la resistencia heroica del pueblo colombiano. Creció la movilización
popular y crecieron las fuerzas de la insurgencia armada, Colombia
entró así en una etapa de polarización que hoy a finales de 2012
parece ingresar en un proceso de tratamiento político negociado, que
no la eliminará, sino que la situará en otras condiciones.
Contrario a lo que cree el presidente Santos, el <<realismo>>
que pide para avanzar y culminar la negociación según los
presupuestos de su clase social y la administración Obama-Clinton
del gobierno mundial, no empieza por aceptar el orden liberal, sino
por criticarlo y superarlo, y eso implica una gran movilización
social, que ya se gesta.
Resumen.
De todas las influencias
políticas y sociales y en gran medida de nuestra participación en
algunas de ellas, durante el periodo 1963-1983, quedó un núcleo de
aprendizaje que se tradujo en una de las primeras formas de nuestra
conciencia colectiva que se incorporó a las luchas en curso a partir
de 1984. Quedaba claro para nosotros y nosotras que el camino de la
liberación nacional y el socialismo o el de la paz con justicia
social reclamaba la necesidad de construir un Frente Unido, el nuevo
Unirismo, la Unión o el Frente amplio de los sujetos sociales
transformadores y su izquierda, que posibilitara su recorrido.
EL FAM LA SEGUNDA
ESCUELA. Noviembre de 1983-diciembre de 1988.
El FAM de Simón, Ligia,
Yadira y Julia, miembros del equipo que regresó con Ricardo Lara a
luchar junto a nosotros y nosotras, el FAM de los oriundos Santiago,
Luis, Pescadito y Adelina, fue una organización del <<pueblito
obrero y barrial>>, de los <<combos>> de las
esquinas de cuadras de la amada capital de la solidaridad. Nació
pocos meses antes de ser parida la UP e hizo su vida política y
social principalmente en la ciudad de Barrancabermeja, pero tuvo
redes de amistad en todo el País. Y a finales del año 1987, luego
del asesinato del Presidente de la UP, Jaime Pardo Leal, recibió el
honor de ocupar el puesto de la Segunda Vicepresidencia Nacional de
la UP (que hasta ese momento ocupó Carlos Efrén Agudelo). La
ocupamos junto al primer vicepresidente, Diego Montaña Cuellar, al
nuevo Presidente, Bernardo Jaramillo Ossa y otros miembros de su
comité ejecutivo, Guillermo Banguero, Napoleón Vanegas, Álvaro
Salazar, Luis Emiro Valencia, Ovidio Salinas, José Antequera y Boris
Cabrera. Para entonces los voceros más reconocidos de las FARC-EP en
la UP, Iván Márquez, Braulio Herrera y Rodrigo Granda, amenazados
de muerte por el <<club 100>> habían retornado a sus
funciones político-militares en el movimiento social armado que
posibilitó su parto en el marco de los acuerdos de la Uribe de 1984
firmados entre las FARC-EP y el gobierno de Belisario Betancur.
Ingresamos como colectivo
a la UP en pleno auge de las fechorías del <<club 100>>
del gobierno mundial y su oligarquía colombiana. Aunque a la
izquierda democrática los términos oligarquía e imperialismo les
causa ruido, mientras existan las realidades sociopolíticas que
expresan, desde la ciencia crítica y la militancia transformadora
hay razón para no utilizarlos.
El <<club 100>>
En Colombia, <<el
club 100>> como algunas veces lo llamó en privado Bernardo
Jaramillo Ossa, fue y es un club o agencia criolla operativa selecta
de clase, que reproduce las ordenes del <<heterogéneo>>
gobierno mundial del gran capital. Una de sus misiones en los años
80s consistió en orientar el baño de sangre contra miles de
militantes de la UP y centenas de líderes sociales y de los derechos
humanos en Colombia.
Lo
hizo aplicando de forma sociopatica un plan de exterminio que tuvo su
correspondiente <<modus operandi>>, el de la combinación
de las acciones paraestatales visibles y la acciones estatales de
apariencia mimetizada.
<<El Club>>
tuvo como uno de sus objetivos impedir que creciera el fermento de la
unidad de la izquierda y su base social. La gerencia del <<Club>>
intuyó que estaba a punto de producirse un viraje histórico de un
gran sector del pueblo colombiano hacia la lucha unida por los
profundos cambios sociales por fuera de la orientación bipartidista
liberal-conservadora. En efecto se reeditaba un gran suceso de unidad
como el ocurrido en 1948 alrededor de Gaitán. Para el <<club>>
esta situación sería un desarrollo de los antagonismos de clase y
en cierto sentido pondría en cuestión el orden social establecido
desde la colonia española. Había por tanto que caerle a tiros a
las fuerzas y líderes articuladores del cambio revolucionario en
gestación. <<El Club>> sabía que estas fuerzas ya no
cabían en el molde del partido único liberal-conservador que
<<mediaba>> por controlar la conciencia del pueblo
trabajador y con ello reproducir la economía política y la
democracia representativa de la sociedad de las mercancías.
Eso explica porque pocos
años después, ya en el ocaso de la UP y el amanecer de la nueva
<<izquierda democrática>>, <<El Club> se
anticipó al acercamiento
y la posible unión
de las fuerzas políticas orientadas por los equipos de Carlos
Pizarro y de Jaramillo Ossa. Procedió entonces a regular y
<<aconductar>> esa posibilidad. Por eso ordenó el
inmediato asesinato de ambos dirigentes.
Aún a pesar de peligro
que acechaba contra la unidad revolucionaria, que hoy reiteramos a
propósito de los diálogos de la Habana y Noruega entre el gobierno
del presidente Santos y las FARC, no había otra alternativa que
promoverla.
El FAM dignidad y
unidad revolucionaria.
Por tanto al retomar el
relato de nuestro paso por la escuela FAM, es de remarcar que este
novel movimiento local asumió su compromiso de unidad de la
izquierda en pleno auge de la brutal arremetida terrorista
oligárquica contra el creciente reclamo del pueblo colombiano por
los cambios sociales y políticos, que el bipartidismo
liberal-conservador dominante impedía. Y por eso la versión local
del <<club 100>> le envió su debida señal, en una
madrugada de 1986 la sede del FAM en el barrio Buenos Aires de
Barrancabermeja fue incendiada y los vecinos solidarios a tiempo
apagaron las llamas.
Estaba claro que sumarnos
a la UP por razones de dignidad y valentía, constituía un acto
solidario, pero también un ejemplo de unidad revolucionaria y más
aún teniendo en cuenta que en el año 1987 en Colombia, todavía
pasábamos por alto el llamado de Gaitán de 1933-1934 a la unidad de
la izquierda revolucionaria a través del Unirismo10,
en cuanto a que ésta constituye una de las herramientas clave de los
cambios históricos del pueblo trabajador. Todavía hoy, quien lo
fuera a creer, en pleno avance de la unidad de las revoluciones,
boliviana, cubana, nicaragüense, ecuatoriana y venezolana en el
marco del proceso ALBA (Alternativa Bolivariana para las Américas),
en gran parte la izquierda y las fuerzas sociales de la Revolución
colombiana continúan en la práctica de la fragmentación política,
desconociendo además que nos enfrentamos a la contraofensiva del
gobierno mundial del capital,
que
intenta solucionar su crisis estructural por la vía de la
recolonización política militar y su correspondiente guerra
mediática con efectos especiales en el control ideológico y la
proliferación de la falsa conciencia.
Aún no hemos aprendido
que la fragmentación engendra confusiones y exalta el grupismo y la
individualidad como opción principal de vida dentro del orden social
que reproduce el sistema del capital. Hoy todavía observamos que en
Colombia por un lado va la Marcha Patriótica, por otro la Minga y
por otro la autosuficiencia de la <<izquierda democrática>>,
reconvertida en programa liberal social.
Así
fue que el FAM en su corta vida asumió sus responsabilidades dentro
de la UP y continúo en el ejercicio de sus labores regionales
políticas y sociales. Participó del movimiento cívico de la
Coordinadora Popular de Barrancabermeja, promotora del intento de
crear la Coordinadora Nacional de Movimientos Cívicos por el buen
vivir ciudadano y la libertad. Y prosiguió en la práctica del
Unirismo
originando la coalición local UP-FAM que llegó a ser en el año
2006 la segunda fuerza política de la ciudad de Barrancabermeja
después del FILA que orientaba Horacio Serpa Uribe. El
Unirismo
presentó su programa socialista y la primera plataforma para
emprender su realización; como idea central propone la
materialización de las ideas de libertad, justicia, democracia e
igualdad reguladas por la Economía a favor de los ciudadanos.
La UP-FAM contribuyó a
que el aguerrido y claro dirigente del Partido Comunista, Leonardo
Posada Pedraza asesinado en agosto de 1986, llegará a ser electo
Representante a la Cámara de la UP por el departamento de Santander.
Y también aportó un caudal de votos para que el dirigente liberal
Horacio Serpa fuera por primera vez electo Senador de la República.
Hasta allá llegaba nuestra convicción de sumar fuerzas e ideas
susceptibles de ser sumadas hacia la construcción de un bloque de
cambio social. En los siguientes apartados, en los que hablaremos del
parto y la vida de la UP, retomaremos este asunto, ahora volvemos al
núcleo del tema que nos ocupa.
Un salto en el
aprendizaje de la orientación y dinámica del movimiento social.
El núcleo de
conocimientos teóricos, procedimentales y actitudinales adquirido en
el periodo 1963-1984, todavía hoy moldeable, se potenció en
nuestro colectivo más próximo, al cofundar con Ricardo Lara Parada
el FAM, pues con él y el equipo revolucionario que vino a
acompañarlo, llegaron los libros de la Oveja Negra y entre otros, El
Bolívar de Indalecio y El Bolívar de Frank, documentos de crítica
económica colombiana y variada literatura universal.
Y con este equipo amigo
también llegaron otros conocimientos que se compartían en largas
tertulias acerca de qué es una Revolución, qué es una reforma y
cómo el
pueblo participa
de una Revolución. Para nosotros la revolución adquirió el
significado de la construcción por el sujeto social del cambio
histórico mundial, latinoamericano, nacional y municipal, de la
nueva economía del trabajo y su forma de democracia después de más
de 5000 años de la crematística y su Estado. Y la reforma
significaba el desarrollo y sus metas dentro del sistema de la
producción y ampliación del plustrabajo. Compartíamos que era
posible compartir la búsqueda de algunas metas con las corrientes de
la reforma.
<<El Viejo Richard
y sus muchachos>> nos enseñaron mucho de las ideas y la
práctica de Mariátegui, Alfaro, Torrijos, Sandino, Farabundo Martí,
la Revolución Cubana y Kadafi, de la organización, la práctica y
los valores revolucionarios, que habían (re) aprendido en Panamá,
Nicaragua y Libia. Y nosotros compartimos con ellos respecto a cómo,
a través de cuáles mensajes y acciones, ayudar a (auto) organizar
los <<suburbios>> y los <<combos de sus equinas>>,
donde por ese tiempo ya vivía la mayoría de la población de la
localidad y del país urbanizado. Y también como unirnos con otras
fuerzas políticas de izquierda, en la búsqueda de objetivos
comunes.
En cierto sentido, con lo
aprendido como colectivo en las dos primeras escuelas de lucha y sus
orientaciones teníamos una mediana claridad sobre algunas cuestiones
relevantes de la Revolución Social latinoamericana:
- El papel clave de la participación del pueblo trabajador en el desencadenamiento y consolidación de una revolución social. Pero aún no precisábamos en qué consistía la participación y cómo desarrollarla. Nos preocupaba la unificación en las ideas y la lucha para encarar la complejidad de una Revolución Social internacional y nacional. La definición y agrupación de los sujetos sociales del cambio, la cuestión de los tiempos, ritmos y condiciones del cambio y la formación de la conciencia colectiva del mismo, en sus dimensiones esenciales.
- El contexto de la Revolución como proceso internacional y nacional. Los últimos 14 años de ese periodo (1970-1984) nos mostraban, al estudiar la Crítica a la Economía Política en la Biblioteca de la USO, al participar de la lucha obrera y cívica y de los debates sindicales, que el sistema dominante del capital estaba entrando en crisis y como respuesta a ésta se abrían dos vías: o se imponía la formula abierta ya practicada en Chile, Uruguay, Paraguay y Argentina, la de aumentar las ganancias del capital por medio de la Dictadura Militar, o triunfaba la Revolución Social como en Cuba y Nicaragua que podría contribuir a su entierro.
- La diferencia entre Revolución y Reforma. En 1984 apenas se estaba introduciendo en Colombia la promoción de la militancia en la tercera vía o en la nueva <<izquierda democrática>>, afiliada al movimiento hegeliano de <<la sociedad civil>> donde los antagonismos sociales se invisibilizan y la búsqueda del <<equilibrio>> y la <<inclusión>> sociales dentro del sistema se convierten en motores de la vida ciudadana. En esta sociedad virtual, el árbitro, el nuevo Estado Social y de Derecho supuestamente garantiza que los ciudadanos y ciudadanos, accedan progresivamente al bienestar social y la cultura de la convivencia. Todo ello a través de una participación no sustantiva como electores locales o nacionales de sus representantes a la <<institucionalidad moderna>>. Pero claro está sin decir cuándo y cómo es que el colectivo de electores participará en la toma de las decisiones fundamentales del país y su economía.
- Con una segunda mirada a las ideas de Mariátegui y los apuntes del Arahuaco Napoleón Torres, comprendimos mejor que la Revolución Social latinoamericana, muy influenciada por los nacionalismos, incluidos los desarrollistas burgueses, tenía como particularidad la influencia en ella de <<la cuestión del indio en su esencia económica>>. De ahí que empezáramos a preguntarnos por las características de la participación del pueblo -con todas sus particularidades- en la lucha social y en el nuevo poder: ¿accesoria o decisiva? Ya entrada la primera década del siglo XXI, más de 20 años después, empezamos a asistir al protagonismo de los pueblos originarios sobrevivientes en las transformaciones revolucionarias en Ecuador, Bolivia y Chiapas que no son para nada los desarrollos de <<la sociedad civil>> hegeliana ilustrada, que pasa por alto los antagonismos sociales, aunque estos te <<rayan los ojos>> de tanto verlos.
Estos
cuatro puntos y otros que al final de este trabajo citaremos, fueron
abordados en los diálogos con Ricardo Lara en 1984-1985 y Ligia y
Simón en 1984-1988, con Leonardo Posada del PCC y Marcos Mejía el
educador popular del CINEP en 1985-1986 y con Chuchú Martínez en
Panamá en 1986-1987. Al parecer de nuestros interlocutores, el
debate a la salida de la crisis del capital también originaba una
propuesta reformista o de <<tercera vía>>, cuyo pregón
rezaba: <<ni capitalismo, ni socialismo soviético>>. Su
amplificación por esos años estaba influenciando a algunas
organizaciones revolucionarias en Centroamérica, Bogotá y Caracas.
La
propuesta de <<tercera vía>> constituía un abanico
amplio que bebía del mayo francés de 1968, la crítica al
socialismo soviético y las consignas de los nacientes movimientos
sociales ecologistas, pacifistas y de democracias locales, muchos de
los cuales renunciaban a la superación de la economía política de
la propiedad y su orden político y jerárquico e incluso a su
mención. Los plumíferos y ventrílocuos más convencidos de esta
novedad hasta cambiaron de lenguaje porque con ello, vaya
consideración, creían que la realidad también cambiaba y por tanto
los antagonismos sociales y sus expresiones violentas se reducían.
En Colombia no faltaron, como en todo el mundo, quienes entonces
calificaron la crítica a la economía política del capital y a la
democracia representativa como un grito de la vieja izquierda o como
simple <<ideología>>. Para este sector la moda consistía
en cambiar de discurso, pero sin profundizar en el conocimiento de la
realidad. Y en los bailaderos de son caribeño, en especial en
Bogotá y Lima, la izquierda democrática tarareaba <<cambia el
paso que se te rompe el vestido>> pero el vestido se les rompía
a ellos pronto porque su nuevo paso, no generaba goce, sino más de
lo mismo, sus pies <<quedaban atascados en la misma baldosa,
sin alcanzar el despliegue por toda la sala>>
Y
desde la orilla de la izquierda revolucionaria el debate a esta
variante en las ciencias sociales tuvo poca profundidad y más bien
adquirió la forma de persistencia en los planteamientos de la III
internacional con ligeras variantes, que resultaban insuficientes
para abordar tanto la crisis del sistema del capital, como las
cuestiones cruciales del sistema soviético o del socialismo real.
Este último pronto entraría en crisis y caída.
Desde
entonces en Latinoamérica se puso en evidencia otras crisis, la de
las Ciencias Sociales que era la misma crisis de las Ciencias
Sociales en la sociedad globalizada del capital y en el campo
socialista soviético gobernante. El Che11
habló de esa crisis en 1965, al criticar el manual de Economía
Política de la URSS. En el marco de la crisis del pensamiento
revolucionario era manifiesta la renuncia a la crítica. No se
trataba de conocer la realidad sociocultural para transformarla, sino
de viajar a través de ella para reafirmar un sistema de
proposiciones perteneciente a alguna autoridad de su partido.
En
el campo de la izquierda latinoamericana ocurrió el atrincheramiento
de un sector que defendía todo lo que se decía y hacía a nombre
del <<marxismo-leninismo>> y sus manuales, considerados
infalibles. Esta afiliación a la sigla y no al estudio sistemático
y crítico de la obra de Marx no dejaba ver su potencial siempre
actual para orientar la superación del sistema del capital y mucho
menos algunas carencias por cubrir. Tampoco dejaba ver la crisis del
mismo sistema soviético construido bajo la orientación del Partido
Comunista de la Unión Soviética (PCUS), que como acabamos de decir
fue develada en algunos de sus aspectos desde 1965 por el Che
Guevara.
Por
otra parte se reafirmaban los nacionalismos desarrollistas
practicados por caudillos como Perón y Lázaro Cárdenas, sin
cuestionar sus profundas limitaciones. Y del conjunto de las filas
de la izquierda se desprendieron agrupaciones no despreciables que
ingresaron al nuevo dogma o ideario de la nueva izquierda
democrática, que convergía con los dogmas de la necesidad de
practicar la eficacia política desde la institucionalidad
representativa, emitidos por la II Internacional Socialdemócrata
Liberal con sede en Londres y por los partidos socialdemócratas
liberales gobernantes en Europa y Estados Unidos. Otros
desprendimientos fluyeron directamente a los partidos liberales de la
derecha.
La
ampliación del aprendizaje revolucionario en la segunda Escuela.
Por
lo dicho hasta aquí es claro, que antes de ingresar a la UP en 1987,
el FAM entre principios de 1984 y finales de 1987 fue una segunda
gran escuela de reflexión y acción, hasta el punto que nos permitió
destacar como un criterio rector socialista esencial, la
necesidad de la participación del pueblo en la toma de las
decisiones fundamentales y no en las accesorias.
El aprendizaje de algunos de nosotros después en la Revolución
Bolivariana de Venezuela desde mayo de 2005 y en particular de los
estudios y conversaciones de Harnecker12
desde el año 2007, con Lebowitz13
en el año 2011 y las lecturas de Mészáros14
desde el año 2006 principalmente, nos indican hoy nuestras
intuiciones de entonces tenían sentido transformador. En coherencia
con ello en aquellos años 80s proponíamos la
necesidad de juntar, como hoy lo demanda Bacher15,
las luchas y las ideas,
por las reivindicaciones comunitarias básicas con las otras luchas
por la gestión de las empresas de servicios sociales, por la
administración participativa de un municipio para fines sociales,
por la Paz con Justicia Social para Colombia y por la Revolución
Socialista Mundial. Esta gran tarea por supuesto no es una tarea
fácil de llevarse a cabo bajo la orientación de la cultura de la
democracia representativa de la nueva <<tercera vía>> y
su gemela la economía política del enriquecimiento.
Esa
reflexión nos condujo a aquello que Gaitán había recomendado como
una orientación esencial para los revolucionarios y revolucionarias
socialistas que luchaban por la causa proletaria: unirse en un
programa de contenido universal, una plataforma-organización para
provocar avances en las fuerzas nacionales del cambio social, un
cuerpo de valores y un plan de acción cotidiana. El programa de
Gaitán fue el socialista, su plataforma la intentó desarrollar en
la UNIR, pero adquirió cuerpo en la orientación del Partido
Liberal, al que él y decenas de seguidores llamaron el <<partido
del Pueblo>>, al frente del cual lo asesinaron siendo su jefe
único.
Lo
cierto es que empezamos a ampliar nuestro aprendizaje oyendo casi a
diario entre 1984 y 1985 variados discursos pronunciados por Ricardo
Lara Parada en los barrios de Barrancabermeja, las Oraciones por la
Paz y los Humildes de Gaitán. Leíamos el Periódico Voz del Partido
Comunista, la Tribuna Roja del Movimiento Obrero Revolucionario
(Moir), El diario Liberal El Espectador, boletines de grupos
socialistas afiliados a la IV Internacional, las publicaciones del
Centro de Investigación Nacional Para la Educación Popular (CINEP)
y de la Insurgencia. También (re) leíamos algunos textos de la
crítica de Marx a la Economía política del sistema del capital-en
especial su libro
I-, al
mismo tiempo que dedicábamos esfuerzos a la lucha social y a la
conversación con <<el pueblito>> para convertir en
consignas de acción sus inquietudes.
Y
como asunto especial supimos que la Revolución nos hace libres, que
el individuo y su familia y <<los combos de las cuadras>>
de los <<suburbios> se realizan con la lucha social.
Entendimos que en la vida urbana, un individuo y su familia de la
vida cotidiana más próxima pueden luchar por el programa socialista
de mediar orientaciones y prácticas adecuadas. Es decir que la
individualidad y hasta el <<grupo>> se hacen libres en
las grandes convergencias sociales, que la competencia entre
<<individualidades>> no es la esencia ineludible de la
existencia humana.
En
la segunda escuela, la del FAM, hicimos la primera sistematización
de otros aspectos del contenido de la lucha social y política, en
especial los relacionados con la unidad de acción y los
procedimientos para promoverla y hacerla. Las primeras lecciones al
respecto la habíamos recibido en los paros cívicos locales desde
1963 por mejorar las condiciones de vida de la población y luego las
(re) construimos en el Gran Paro Cívico Nacional de 1977 por una
plataforma de libertad y buen vivir para millones de colombianos.
Al
respecto valga recordar que luego de nacer la escuela FAM en 1984, un
par de meses después nació la alianza FAM-Partido
Comunista-Conservadores Sociales, para luchar por la mejora de las
condiciones de vida de los habitantes de la ciudad. Es decir, fuimos
consecuentes con nuestro enfoque de la práctica política. Así,
pocos meses antes de ser parida la UP, nos estábamos ratificando en
lo que nuestra asamblea fundacional y con la presencia de Ricardo
Lara Parada nos había ordenado: ser Frente Amplio. No cabíamos en
un cuerpo orgánico cerrado. Leonardo Posada, el gran comunista
unificador de luchas y organizaciones y el comité municipal del PCC,
tuvieron claro eso, y entendieron que esa experiencia se podía
extender a todo el país. Leonardo Posada, Ismael Jaimes y Orlando
Higuita de ese comité vivieron poco para contarla y enriquecerla, el
terrorismo del capital los asesinó.
Junto
a las lecciones de estrategia y táctica a nuestra Escuela FAM
abierta confluyó la fundamentación teórica y espiritual de las
tareas históricas de la acción social. Y dentro de esta vimos que
podrían tener sentido convergente las elaboraciones programáticas
del PC, el pensamiento del Cristianismo de la Liberación, las
<<ideas fuerza>> del M-19 y de los pequeños círculos
socialistas en disolución. Con los debates aún poco profundos a
todos estos mensajes mejoramos nuestra idea de la unidad de la
diversidad alrededor de objetivos comunes. En especial estuvimos muy
cerca del cristianismo liberador orientado por los sacerdotes Rosero,
Díaz, Vega y Ojeda, y de sus predicas dedujimos que la liberación
nacional y la organización del trabajo militante en cuanto actos
humanos solidarios son una unidad dialéctica. Precisamos que la
liberación espiritual en cuanto amor por un orden justo, le sirve de
fundamento al amor por el prójimo y viceversa.
Por
todo ello elaboramos una idea fuerza a desarrollar en los años
posteriores: el cambio de sistema sociocultural vigente por el
socialismo, requiere de la orientación de un sistema integrado de
ideas, procedimientos y controles de ajustes y mejoras. Su
elaboración y reconstrucción no puede ser solo una tarea de
minorías ilustradas tal como lo aprendimos con Einstein16
en su famoso documento de 1949 ¿Por
qué socialismo?
Pero
nos inquietaba el por qué el pueblo y la izquierda
no convergían en un solo movimiento de movimientos y articulaban las
experiencias y logros sobrevivientes del Unirismo, las raíces del
Frente Unido de Camilo Torres, las esperanzas populares despertadas
por la ANAPO, la Plataforma del Paro Cívico Nacional, las luchas del
cristianismo liberador, las orientaciones del movimiento comunal y
las reivindicaciones complementarias sistematizadas por la
Coordinadora Nacional de Movimientos Cívicos.
De
ahí que para nosotros la cuestión de la unificación social
revolucionaria adquiría gran interés. En consecuencia, en la
escuela informal FAM estudiamos la diferencia (y la
complementariedad) de la elaboración programática con militantes
multiplicadores y la fundamentación de la elaboración y aplicación
de consignas de acción que tanto enseñó la organización popular
barrial de la ANAPO en poco tiempo. Por la ANAPO en 1970 y en las
grandes ciudades del país votaron las inmensas mayorías desposeídas
de medios de producción y esperanzadas en una vida mejor. Eso lo
apuntó muy bien un par de años después la ANAPO SOCIALISTA
organización derivada de la ANAPO, núcleo importante en la
conformación del M-19.
Estudiar
la corta vida de la ANAPO nos facilitó explicarnos una de las
razones de la influencia
social posterior
del mensaje nacionalista del M-19 que reivindicó los objetivos
populares de la ANAPO y planteo la necesidad de tomar el poder por
las armas para hacer la Paz con Justicia social. La sintonía de un
mensaje con la gente se logra en parte porque este logra darle
continuidad a una de sus búsquedas inconclusas. Eso además fue
posible asimilarlo gracias a que los debates de la escuela FAM
recibía aportes significativos de varios lugares del país, pues
también hacíamos parte de los Movimientos Políticos Regionales,
con sede en Fusagásuga, Santa Marta, Valledupar, Neiva, Pasto,
Ibagué y el Sur de Bogotá, en la mayoría de los cuales
influenciaba el planteamiento del M-19.
Entonces
fue claro para nosotros que la formación en el programa (de los
socialistas) y la plataforma (de la gente) son convergentes y no se
niegan, se complementan y progresivamente con la instauración de la
democracia participativa, constituirían una sola entidad. Comprender
eso, decíamos, nos da mayor luz y valor para seguir en el camino
socialista, como organización o individuo, cuando una gran
dificultad o derrota en la lucha por la plataforma se nos presenta
como obstáculo en el camino.
Y
ya cuando el FAM eligió en 1984 a sus dos primeros concejales de
Barrancabermeja (Ricardo Lara Parada y J. Vargas que provenía de La
Autodefensa Obrera-ADO), que hicieron causa común con el concejal
del Partido Comunista, Leonardo Posada Pedraza, nuestra visión del
mundo y de las luchas nacionales y locales, se enriqueció. Además
ampliamos nuestro espacio de trabajo social y político y aprendimos
a revitalizar nuestro programa y plataforma bebiendo de los mensajes
y las luchas ahora más articuladas de los habitantes de nuestra
pequeña ciudad y de los pueblos de la región que amamos como
nuestro Magdalena Medio (San Vicente de Chucurí, Yondó, San Pablo,
Puerto Parra, Puerto Berrio, Carare, Opón, Sabana de Torres, Puerto
Wilches, Aguachica, Cantagallo y San Pablo). Y al mismo tiempo y con
mucho orgullo nos satisfacíamos con la práctica de la solidaridad
humana a favor de las causas de la igualdad y la justicia como valor
supremo que existen en nuestros pueblos de provincia todavía
acosados por el terror paramilitar y estatal del capital.
Esto
último nos introdujo profundamente en el significado social de la
fiesta de la tambora y su carnaval y su correspondiente conversión
en canto, teatro y poesía, pruebas contundentes de la existencia
humana por una vida socialmente justa para todos y todas, ahora y en
esta Tierra y con ello a nuestra manera nos hicimos
<<garciamarquianos>> y cantores de música de acordeón,
sones y boleros. Nos hicimos verseadores y narradores orales, y
quizá por ello dedicabamos entonces poco tiempo a escribir nuestras
reflexiones sobre la liberación social y nacional; nos inclinábamos
más por transmitir la <<palabra hablada>> a través de
<<radio bemba>>.
Resumen.
Es
preciso destacar, que la lucha por la Paz con Justicia Social que
hicimos de forma presencial junto a la UP entre 1984 y 1988, adquirió
con el paso de la experiencia y la reflexión colectiva un
significado inmenso, en el sentido de inscribirla en una lucha que a
su vez es nacional, continental y mundial por superar el sistema del
capital. Y aprendimos que semejante tarea requiere para su victoria e
irreversibilidad la unidad dialéctica entre la producción de ideas
socialistas orientadoras y la convergencia de grandes fuerzas
universales transformadoras. Por supuesto que la marcha de éstas
fuerzas tendría sus similitudes, pero también sus particularidades
nacionales.
CAPÍTULO II. EL PARTO
DE LA UP EN UN PERIODO CRUCIAL.
La UP nació en medio de
la guerra y no de cualquier guerra. El proceso de violencia política
con fines de reproducir el orden social y político oligárquico,
viene desde la colonización española y recorre con nuevas
particularidades a Colombia desde algunos meses antes del asesinato
del dirigente liberal Jorge Eliecer Gaitán. Ello consta en el
Memorial de Agravios que Gaitán le envía al presidente Mariano
Ospina Pérez en abril 11 de 1947. La violencia abierta del partido
conservador contra la <<plebe roja>> gaitanista fue
orientada por la institucionalidad oligárquica17
compuesta por grandes empresarios, banqueros, terratenientes, una
parte significativa de la iglesia católica y sectores mayoritarios
de la fuerza armada nacional y la policía. La estrategia que se
trazó contra los movimientos antisistema o por el cambio del
sistema, como bien lo puntualiza Wallerstein fue la de terror y/o
cooptación.
Del inicio del
exterminio del gaitanismo al inicio del exterminio de la UP.
Por lo que se sabe,
psicópatas de las antiguas SS de la Alemania Nazi reclutados por la
Inteligencia Norteamericana y agentes propios de su naciente
destacamento especial anticomunista de la Guerra Fría para Venezuela
y Colombia, dirigieron la aplicación del <<plan especial>>
para eliminar por la vía del terror a Gaitán y su propuesta de
patria soberana con democracia política y económica
antioligarquica.
Decenas de miembros del
gobierno conservador Ospinista-Laureanista a todo nivel y
principalmente en sus alcaldías, aupaban o participaban de una u
otra forma en la ejecución de las acciones violentas contra la
masiva militancia del <<partido del pueblo>>. Apedrear,
asaltar y hasta dinamitar viviendas liberales fue una tarea de los
núcleos derechistas fanáticos, así como también el asesinato y la
mutilación de cuerpos. Esta última modalidad de origen español
colonialista fue aplicada a Túpac Amaru en el territorio peruano, al
comunero José Antonio Galán en el territorio de la Nueva Granada y
a José Félix Ribas en Venezuela, decenas de años atrás. La lucha
de clases en su expresión de lucha política se transformó en
acciones violentas del bando que defendía el orden social y por
supuesto en la respuesta armada de la contraparte que quería
introducir cambios en ese orden. La guerra abierta contra el pueblo
con sus expresiones terroristas más degradadas, se afianzó en la
vida colombiana luego del asesinato de Gaitán por cuenta de la
jefatura norteamericana-oligárquica ejecutora del <<plan
especial>> y sirvió de insumo o referente al <<terror
paraestatal>> que arreció a principios de los años 80s del
siglo anterior y que aún sigue su curso.
El asesinato de Gaitán
en Colombia y los derrocamientos de Medina Angarita y Rómulo
Gallegos en Venezuela por los mismos años y la instauración de
dictaduras militares posteriores en estos dos países y casi durante
el mismo periodo de la década de los 50s hacia parte de un plan
imperialista. Eso lo supimos en nuestro primer paso en abril-mayo
de1988 por Moscú y otras ciudades del llamado socialismo real en
(Checoeslovaquia, Polonia y la República Democrática Alemana).
Supimos a lo largo de un conversatorio en el Instituto de América
vinculado al PCUS, que los hechos antes mencionados fueron las
primeras tareas especiales de la Guerra Fría realizadas por una
fuerza destacada por Estados Unidos para destruir los movimientos
nacionalistas y/o socialistas o comunistas que surgieran en el
<enclave estratégico>> Venezuela-Colombia; considerado así
por el naciente <<gobierno del mundo>> o de los
monopolios internacionales, debido a su historia de luchas comunes y
a su riqueza energética, mineral metálica, acuífera y en biomasa.
Con la Segunda Guerra Mundial y apenas concluida ésta, los
monopolios internacionales se convirtieron en carteles
multinacionales, con un núcleo matriz en un país de origen y
filiales en varios países. Y veinte años después se convirtieron
en el rasgo característico de la economía del sistema del capital.
En 1969 según la ONU estimó su cifra en 7.300 carteles con 27.300
filiales. Los carteles del capital subordinaron a los aparatos de los
Estados Nacionales. Para esa fecha participaban del 25% del comercio
mundial y del 10% de la producción mundial. Empezaron a convertirse
en los nuevos dueños y gobernantes verdaderos del mundo y pusieron
bajo su mando a las oligarquías criollas, como la colombiana. Y
expidieron licencia a sus fuerzas especiales de guerra fría de matar
o aniquilar de raíz a los movimientos antisistema.
También se supo, en el
mismo conversatorio, y debido a su coherencia argumentativa aquí lo
rememoramos, que los partidos y ejércitos oficiales de estos dos
países y por supuesto de toda Suramérica, debían estar bajo el
control de las orientaciones y medidas de ese <<gobierno del
mundo>>, cuyo principal agente de operaciones era y sigue
siendo el gobierno de los Estados Unidos. De ahí que la Acción
Democrática que se reprodujo en Venezuela con Rómulo Betancur y el
Partido Liberal que se reconstruyó con Alberto Lleras en Colombia,
fueron, como también su democracia representativa bipartidista y sus
fuerzas armadas, herramientas del control social reproductor de una
manera de vivir, considerada la superior.
La necesidad de ponerle
una gran barrera de contención a la aplicación del plan imperial y
oligárquico de la guerra fría, debió ser obra del nuevo Unirismo
que tuvo la oportunidad de renacer después de 1970 como respuesta al
atraco oligárquico del triunfo electoral de la ANAPO y luego en 1984
con el parto de la UP. Pero la fragmentación teórica, operativa y
orgánica de la izquierda no posibilitó ver las cosas de esa forma
y menos aún de diseñar un plan y una plataforma comunes de
respuesta.
De vuelta al <<plan
especial>>, éste tuvo su ulterior desarrollo en la década de
los años 50s como propuesta anticomunista (no solo contra el PCC),
sino contra las guerrillas liberales que pregonaban el ideal
gaitanista y en la década de los años 60s como <<plan
contrainsurgente>> dirigido, con sus variantes, a combatir al
Eln (organización política militar nacionalista y socialista), a
las Farc (Movimiento orientado por el programa comunista) y al Epl
(organización orientada por el programa comunista m-l de tendencia
maoísta), sendas expresiones con sus matices orientadores, de la
lucha social armada por la Liberación Nacional y el Socialismo.
Pero también en parte, causales y manifestaciones a la vez,
de
la fractura en las filas de la revolución.
Por donde quiera que se
vea a estas tres expresiones sociales armadas, ellas son producto al
mismo tiempo del levantamiento defensivo armado liberal gaitanista
por la vida, la tierra y la democracia política-económica y de las
tensiones sociales que aumentaron en Colombia como consecuencia entre
1948-1958 del terror oligárquico-CIA aplicado como concreción en el
país de la lucha del imperialismo contra el socialismo a escala
mundial. Son producto de la corta dictadura militar abierta hasta
1958 y luego de la tiranía oligárquica pactada entre liberales y
conservadores para rotarse en el manejo de las riendas del Estado,
aparato de clase ensangrentado como pocos en Suramérica y
reproductor del sistema del capital y su ideología de democracia
representativa.
A diferencia del
levantamiento armado liberal defensivo, las Farc, el Eln y el Epl
(Ejército Popular de Liberación, orientado por el PCC-ML),
propusieron con escasa coordinación de sus luchas en los años 60s y
hasta mediados de los 80s, aplicar programas sociales y políticos
promotores del cambio del orden social, para lo cual preparaban la
toma del <<poder para el pueblo>>. Sin duda que estas
expresiones armadas tuvieron como ejemplos a seguir, la Revolución
Soviética, La Revolución China, La Revolución Cubana y la heroica
Lucha del Pueblo Vietnamita por su Liberación Nacional y sus
programas. Y en un país repleto de fermento revolucionario como
Colombia, cabía esperar que nacieran otros intentos de insurgencia
con el propósito de reivindicar un levantamiento de amplio calado
nacionalista y de fuerte vinculo con la historia política y social
reciente del país de amplia participación popular electoral y
rebelde, o sea, con el gaitanismo y la ANAPO. En tal sentido brota la
insurgencia del M-19, que no obstante el respaldo militante y de
opinión que obtuvo, su vanguardismo militante, similar al practicado
por las otras fuerzas insurgentes, no logró ayudar a crear el gran
Movimiento Bolivariano y democrático participativo que desde el
poder impulsara los cambios que consideraba como prioritarios, en
oposición al maximalismo que a su parecer conducía el levantamiento
de los otros tres movimientos.
A juzgar por los hechos
posteriores a 1990 con el nacimiento de la AD-M19 quedó nítido lo
qué significaba para quienes sobrevivieron de la dirección del
M-19, la democracia y la Paz. A 20 años y un poco más de su
existencia institucional, la izquierda democrática colombiana debe
presentarle a Colombia un balance de sus realizaciones.
Un parto en medio de
una tregua en la guerra y la fragmentación de la izquierda
El parto de la UP tuvo
como desafió reivindicar las esperanzas populares frustradas por el
fraude electoral a la ANAPO en 1970 y la disolución violenta del
Unirismo gaitanista. Y también ayudar a superar la fragmentación de
la izquierda y la dispersión de sus ideas de cambio social. En
cierto sentido la UP con su propuesta de Paz con Justicia Social,
despertó un gran entusiasmo obrero y popular, no tanto como el
gaitanismo y la ANAPO, pero sí muy significativo.
La UP influyó en la vida
nacional, tanto que sus militantes y dirigentes (principalmente del
PCC) y sus bases sociales se convirtieron en objetivo militar del
<<Club 100>> cerebro y motor de las fuerzas opuestas al
cambio social. A sus cabezas se les puso precio y se convirtieron en
blancos móviles y fijos de su
“Operación
Baile Rojo”. <<El Club>> vio en las perspectivas de
este movimiento un peligro para la dominación burguesa en todos sus
componentes, incluidos los del control gubernamental y el manejo de
la falsa conciencia o alienación social.
Las formas básicas y
amplias de organización propuestas por la UP, significaban la
posibilidad de una gran conexión del Programa y la Plataforma del
nuevo Unirismo con el movimiento social, las juntas comunales, la
Unidad Sindical, la plataforma del Paro Cívico Nacional de 1977.
Pero pudo más el predominio de la idea de ver a la UP como <<correa
de transmisión>> entre el Partido y el pueblo. El pueblo
respondió con valentía al llamado, gracias al impacto que causó
ver en las calles de Colombia a dirigentes guerrilleros de las
FARC-EP que hablaban de la Paz con grandes reformas económicas,
políticas y sociales. El enfoque reducido de las Juntas Patrióticas
como correa de transmisión del Partido influyó en el recelo con el
cual los otros vanguardismos del M-19, del PC (ML)-EPL y del ELN,
trataron a la naciente UP, que apenas a tres años de su parto en
1987, ya había sufrido en sus filas los asesinatos de su primer
candidato a la presidencia de la República, el camarada Jaime Pardo
Leal y de centenas de sus líderes promotores, principalmente
comunistas.
De otra parte la
combinación armónica de las formas de lucha de masas que orientaba
el Partido para tomar el poder, fue interpretada por el adversario o
el terror <<paraestatal>> como pretexto. Según el
General Guerrero Paz, el establecimiento u orden constitucional
también aplicaba la misma directriz desde el aparato de Estado hacia
la UP. En tal sentido la metodología de la Tercera Internacional, de
hacer la Revolución Política con base en la trilogía partido,
frente de masas y ejercito revolucionario, resultó insuficiente para
desatar el nuevo Unirismo por la paz con justicia social y hacerlo
triunfante. A pesar de semejante adversidad, la valentía de los
militantes de la UP y el PC fue reconocida en Colombia y varios
países. Guillermo Ungo del Frente Democrático Revolucionario de El
Salvador, llegó a calificar la capacidad de sacrificio de la UP,
como la de un nadador que se bate <<en una piscina llena de
tiburones>>.
El contraataque del
<<club 100>> o de las personalidades del capital.
La UP nació en una
coyuntura mundial y nacional crucial. Apenas gateaba la UP cuando
cayó asesinado en Bucaramanga Carlos Toledo Plata miembro dirigente
del M19, proveniente de la ANAPO Socialista muy ligada al movimiento
obrero y cívico del oriente colombiano, cuya fuerza política unida
en Barrancabermeja a la de Ricardo Lara se hubiera convertido junto a
la de la UP en un fuerte núcleo del Nuevo Unirismo. Ricardo Lara
estaba convencido de eso.
Y también cae asesinado
Oscar William Calvo, proveniente de las filas del PC-ml-EPL,
organización que se abría paso como otro factor de unidad amplia.
La cadena de asesinatos de Carlos Toledo, Ricardo Lara, Oscar Calvo y
Rubén Castaño del PCC y la Federación de Trabajadores de Caldas,
se constituyó en menos de un año -y aunque minimizadas por el
impacto en el país de la tragedia de Armero de noviembre de 1985-,
en un primer punto de quiebre de la posibilidad de articular a la
izquierda con una amplia base social en una alternativa política
capaz de disputarle inicialmente al bipartidismo la dirección del
viejo Estado proveniente de la colonización española.
Ricardo Lara comprendió
la razón que tuvo el <<club 100>> para asesinar a Toledo
Plata en Bucaramanga y decidió aceptar la propuesta de Jacobo Arenas
de ingresar a la Dirección de las FARC, estaba preparando su retiro
del FAM, cuando lo asesinaron frente a la puerta de su hogar materno.
Nosotros habíamos decidido seguir en la lucha social y respetamos la
decisión que Ricardo no pudo cumplir.
Tres aspectos
relevantes en el parto de la UP.
El parto de la UP sucede
cuando el sistema del capital acelera la internacionalización del
control de la producción y el comercio en los años 80. Ya en 1990
había pasado a primer lugar la fusión de los carteles o consorcios
que dominaban y repartían el mercado mundial. En correspondencia con
ello la aplicación de la estrategia de terror y/o cooptación de los
movimientos antisistema también arrecia.
En ese contexto, el parto
doloroso de la UP tuvo algunos elementos clave a destacar.
Primero, con la UP la
izquierda irrumpe en el parlamento del bipartidismo como proyecto
político nacional reconocido y en varios municipios pequeños como
gobierno local y por ello gana reconocimiento en varios escenarios
internacionales. En
otros
municipios más grandes, la UP se vislumbraba como alternativa a
mediano plazo. Ello generó en el país la posibilidad de que el
pueblo viese en este nuevo Unirismo una alternativa global de
gobierno al bipartidismo reproductor del orden establecido. Por
supuesto, que el <<club 100>> encendió las alarmas y su
radio de acción criminal se extendió hacia la fracción
parlamentaria de la UP y sus equipos de gestión municipal. Hágase
notar, que en medio de la remozada democracia representativa que
aparece en Colombia con la elección popular de Alcaldes, se puso a
prueba la capacidad de gestión de los comunistas y sus aliados; al
respecto mucho se aprendió y sus frutos llegaron a multiplicarse
años después con el triunfo, por ejemplo, de la <<izquierda
democrática>> en la Alcaldía de Bogotá y la gobernación del
Valle del Cauca.
Segundo. Esta experiencia
de la UP sometió a debate la concepción que sus miembros y otros
partidos de izquierda tenían de la democracia. Sobre eso debatimos
largas horas con José Antequera y Bernardo Jaramillo y veíamos que
una corriente, con un enfoque reduccionista no sistémico, lejos de
considerar la totalidad orgánica que debe superarse con un cambio
social, termina por sublimar el potencial de los gobiernos locales y
la institucionalidad parlamentaria liberal, sin considerar para nada
que este tipo de democracia es la hermana gemela de la Economía
Política de la Propiedad y al mismo tiempo, aunque abra espacios de
acción socialista, es reproductora principal de un cuerpo de ideas y
valores del orden dominante.
Supimos pues que en la
práctica social y política colombiana y en medio de la guerra
empezaba a incubarse con fuerza lo que dio por llamarse <<izquierda
democrática>>, una corriente que además fue estimulada por la
derrota política-militar del PC-ml-EPL y del M-19, por el terror
contra la UP y por la caída del socialismo soviético y el uso
maniqueo de lo que en los últimos meses de este socialismo se llamó
por Gorbachov <<tolerancia y apertura>>. Nosotros,
Jaramillo Ossa, O. Gómez y Jaime CP, por el contrario conocedores a
nuestro paso por Moscú en 1988, de los virajes críticos en los
cuales estaba envuelto el movimiento socialista mundial, empezamos a
hablar de
socialismo con democracia,
de socialismo
con participación de los trabajadores en las decisiones
fundamentales del país.
Hacia allá se dirigía nuestro desarrollo de la idea de <<apertura
y tolerancia>> y no hacia a un acuerdo histórico con las
personificaciones
del
capital, para
reproducir
su orden social.
Es menester señalar y
resaltar que convergíamos en las últimas conversaciones a finales
de 1988 con Antequera (asesinado a principios de 1989) y Jaramillo
Ossa (asesinado en 1990), respecto a uno de los elementos clave del
manifiesto del Unirismo:
<<…para nosotros la libertad, la justicia, la democracia, la
igualdad serán palabras vacías de verdad si no se las regula con
el criterio de la economía respecto a los ciudadanos>> Es
decir, las ideas de <<apertura y tolerancia>> en la
reconducción del movimiento socialista mundial, no impedía el
reconocimiento de la existencia de dos fuerzas antagónicas en lucha,
como bien se precisa en el citado manifiesto del Unirismo, <<los
poseedores de los medios de producción y los que no tienen sino su
trabajo>>. En tal sentido, la proclamación de la <<izquierda
democrática>> y su afiliación a la <<democracia
representativa>>, como supremo logro socialista, estaba lejos
de resolver los antagonismos sociales. Era claro para nosotros que
con la envoltura de la <<democracia representativa>> no
podía superarse la economía política de la propiedad y sus
profundas consecuencias sociales devastadoras que pone en riesgo a la
misma Madre Tierra.
Y tercero. Junto al
heroísmo de la UP (y principalmente del PC entre sus filas), creció
la Unidad de amplios movimientos sociales. La Central Unitaria de
Trabajadores se fortaleció en su práctica cotidiana y produjo
dirigentes que aprendieron mucho de la rica y difícil vida política
de ese periodo, entre ellos Luis Eduardo Garzón, que sería Alcalde
de Bogotá y Angelino Garzón que llegó a ser Gobernador del Valle
del Cauca y es Vicepresidente de la República y que como tales, se
convirtieron en sendas personalidades de la democracia
representativa. El movimiento de las juntas comunales se impregnó de
ideas políticas y sociales diferentes a las bipartidistas. Y el
movimiento de los pueblos originarios, a través de la ONIC, empezó
a mostrarnos desde entonces, que si queremos hablar de construcción
socialista debemos, de una parte, superar la idealización cartesiana
de dominar la naturaleza por medio de la ciencia, y de otra,
aprender de sus formas de producir, distribuir y vivir.
Estos tres últimos
apuntes nos conectan con la imagen que hoy, cerca de 20 años después
de nuestra separación orgánica cotidiana de la UP, tenemos de su
ocaso y las perspectivas que su existencia abrió. Muchos de nosotros
hoy militamos en el apoyo al desarrollo de las revoluciones que se
articulan en el marco ALBA, hecho que no impide hablar de la vida de
la UP, sino más bien mostrar que en el momento político que vive
Colombia con los diálogos de La Habana y Noruega, la izquierda
colombiana en proceso autocritico de reconstrucción y unidad, tienen
en la vida de la ALBA, un referente para construir el futuro nacional
y la Patria Grande.
CAPÍTULO III. EL
OCASO DE LA UP.
A
finales de 1988 para nosotros el contenido de la propuesta de Paz con
Justicia Social se había enriquecido. Tanto en su contenido como en
la evaluación de las condiciones que deberían crearse para
implantarla. Valga reiterar que entonces decíamos que ésta se
lograría y sostendría a lo largo de una gran epopeya humana
nacional, continental y mundial que pasa por acabar la guerra que
baña a Colombia, la cual sin duda se erige en fuente de unidad para
resolverla políticamente o de fragmentación para evadirla.
La
fragmentación viene acompañada del distanciamiento en el programa y
la plataforma y el desconocimiento del contexto mundial en que
debemos impulsarlos. Y origina varios caminos políticos orientados
con diversos matices, unos a favor de las <<novedades
democráticas>> y amantes de las transmutaciones o las
transacciones grupales e individuales dentro del orden social que se
quiere sustituir. Y otros que insisten en la elaboración de una
plataforma común para buscarle una solución política al conflicto
social y armado que sigue atravesando hoy la vida nacional, pero que
encuentra en los diálogos de la Habana y Noruega, la posibilidad de
su iniciación.
Ya entrando a la década
de los 90s del siglo que recién pasó, la eliminación física de la
UP que emprendió el <<club 100>> o la agencia del
gobierno mundial en Bogotá, había logrado una parte de sus metas,
pero no todas. Sin duda el <<club>> había logrado
avances en tres elementos mutuamente influyentes:
a) Golpe contundente al
embrión de un nuevo movimiento político y social (La UP) que
confrontaba en su terreno al bipartidismo burgués.
b) Golpe al alto mando
político militar del M-19 (muertes
de
Iván Marino Opina, Álvaro Fayad y Boris), al símbolo de mando del
EPL (muerte de Ernesto Rojas) y con ello se fracturó seriamente la
conversión de la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar en una
fuerza unida.
c) Dominio ideológico
temporal, al hacer pasar como un acto de <<apertura y
tolerancia>> la incorporación de la izquierda democrática a
su modelo de democracia representativa sin poner en cuestión a su
hermana mayor, la economía política del capital y su cuerpo de
ideas sobre la libertad, la igualdad y la justicia. Ese es el mismo
<<realismo>> que hoy le pide el presidente Santos a la
insurgencia en sus diálogos de La Habana y Noruega.
Es de precisar, que el
planteamiento de <<apertura y tolerancia>> del sector del
PCUS que dirigió Gorbachov para intentar la reorientación del
socialismo autoritario estatista en crisis y a punto de hacerse
reversible, por las quiebras de su peculiar economía política y de
su organización política de la sociedad, fue utilizada tanto por
los plumíferos y ventrílocuos del capital, como por la nueva
izquierda democrática para reafirmar la supremacía de la democracia
representativa y su economía de mercados. Este clima de derrota y
confusión en la izquierda mundial fue aprovechado por los Fukuyama,
no por largo tiempo, para sentenciar el fin de la historia. Pero
también por un sector de la izquierda para asociar a Gorbachov con
la CIA. En otra ocasión cabría tratar en mayor extensión este
asunto que merece mucho más que apuntes de simplificación idealista
de derecha, de izquierda democrática o de <<izquierda>>,
para explicarlo a fondo.
Pero lo cierto es que a
la estrategia de terror y cooptación del gobierno mundial del
capital por extender su dominio para enfrentar su crisis estructural
que venía gestándose desde principios de los años 70s del siglo
XX, ahora se fortalecía con la administración del desencanto por la
crisis del socialismo soviético.
De nuevo sobre el
<<club 100>>: su composición.
El <<club 100>>
en Bogotá, según Bernardo Jaramillo Ossa, era una reunión
permanente de las <<personalidades>> de la economía
política del capital y del vocero de turno del Departamento de
Estado de los Estados Unidos. A esa reunión asistían el vocero
jerárquico de turno de las Fuerzas Armadas y un alto prelado de la
Iglesia Católica. Los dirigentes políticos bipartidistas y los
propietarios de medios de comunicación que participaban de esta
ceremonia eran seleccionados con rigurosidad. En palabras de
Jaramillo Ossa, este <<club>> era el mismo grupo de
<<enemigos ocultos de la paz>> del que hablaba Otto
Morales Benítez, y el hecho de que él (Jaramillo) supiera de su
existencia, razón de ser, composición y modus operandi, constituía,
a su
parecer,
una de las tantas razones para asesinarlo.
Bernardo concluía que
ese <<club>> ponía los presidentes de la República y el
modelo económico reproductor del capital a aplicar durante sus
mandatos. Y finalmente, sostenía que este mismo <<club>>
fue el diseñador de la relación Para-estado-Estado-Medios de
Comunicación-Control de ideas, para reafirmar por medio de <<la
fuerza y la persuasión>>, la reproducción del orden vigente.
Y además era el encargado de enfrentar la compleja situación que en
su contra se constituyó a partir del Paro Cívico Nacional de 1977,
el fortalecimiento de los movimientos sociales y cívicos a escala o
nacional y local, el parto de la UP y sus ideas contrarias al
bipartidismo y el crecimiento del movimiento guerrillero.
¿Pero por qué una clase
dominante con todos los instrumentos de poder a su disposición para
defender y multiplicar sus intereses, decidió constituir un
<<club>>, su propio Estado Mayor para orientar la
aplicación de su propuesta de solución a la situación compleja
descrita, que no era otra cosa que la profundización de la lucha de
clases y el crecimiento de la conciencia de la misma en un sector de
los expropiados?
La UP en medio de la
crisis estructural del capital.
Para el gobierno mundial
del capital, la UP era un movimiento contra su sistema y tenía lugar
en uno de sus centros geopolíticos y estratégicos más conflictivos
y como tal había que tratarlo, pues no cabía aconductarlo como
reproductor del mismo en plena crisis estructural18.
La crisis se manifestaba con la caída de la tasa de ganancia y el
inicio de la reestructuración productiva del capital a escala
global, que puso en primer plano a la industria especulativa del
dinero.
Volviendo a la pregunta
que introducimos al final del apartado anterior, varias son las
razones que podemos aducir para intentar responderla.
Una, la conciencia de
clase dominante respecto a que su orden social vigente, de
reproducción metabólica estaba siendo profundamente cuestionado y
debía poner al frente de la confrontación del adversario <<poseedor
de muchas cabezas y cola>> a las propias personalidades
destacadas de su proceso exitoso de acumulación de capital.
Otra, que como clase
organizada, practicaba sin rubor desde el asesinato de Gaitán, la
obediencia debida al <<club mundial>> del capital. Esta
jefatura universal y variopinta, había decidido a partir de 1970
enfrentar el inicio de su crisis estructural con rigor y todas las
medidas a su alcance. Hasta allí y desde el fin de la segunda guerra
mundial la reproducción y ampliación de su sistema de acumulación
había sido, según Mészáros, exitosa y sin <<traumas>>
aparentes.
La reproducción y
ampliación del sistema del capital por la vía normal
de la
producción y distribución de bienes había tocado techo y/o había
llegado hasta la máxima ampliación de sus límites; otros caminos
tuvo que abrir a como diera lugar. En Chile, Uruguay y Argentina, la
solución particular de sus <<clubes 100>> para enfrentar
el inicio de la crisis estructural, fue realizada a través de las
modalidades de la dictadura militar. En Colombia y Venezuela (vaya
coincidencia) fue abordada por el endurecimiento de sus dictaduras
bipartidistas.
Desde el punto de vista
de la crítica a la Economía Política del capital, es en el marco
de la crisis estructural y su propuesta de solución mundial a la
misma, que el <<club 100>> reajustó el <<plan
especial>> que venía aplicando como ya lo dijimos desde1948.
El reajuste operativo que hace en 1986-1990, pero no conceptual,
significó en el caso colombiano, la <<continuidad progresiva
perfeccionada>> en la aplicación de las medidas de ofensiva y
contra-ofensiva para reducir al adversario que estaba buscando como
solución a los antagonismos sociales exacerbados, la creación de
una situación revolucionaria o de cambio social profundo.
Las medidas de
enfrentamiento a la crisis estructural por parte de sus
personificaciones
y su <<club rector>>, al mejor estilo del pragmatismo
anglosajón, consistían en la aplicación de la idea de que la mejor
estrategia consiste en la aplicación simultánea de varias
estrategias:
a) la recolonización
política militar de varios países considerados fuentes de energía,
agua, minerales metálicos, biomasa o de ejemplificación
revolucionaria.
b) el asalto a empresas
ya constituidas, privatización a precios bajos de las empresas
estatales.
c) menos gasto social
estatal.
d) el impulso de la
industria del dinero o la especulación.
e) el impulso de la
<<nueva economía subterránea>>
f) el intento del control
de la mente de los expropiados por medio de la sublimación de la
trilogía supuestamente invencible
g) la
persuasión-cooptación y fragmentación de los movimientos sociales
y sus núcleos dinámicos de izquierda o el exterminio de estos
últimos.
La trilogía está
integrada por la
economía de mercados, la democracia
representativa
y las exaltadas oportunidades para gozar de la libertad e igualdad
individuales.
Como luego lo supimos en
nuestro segundo paso por Praga a finales de 1988 y principios de 1989
y por la Europa Central y Escandinavia hasta mediados de 1993, la muy
renombrada y prevista caída del <<muro>> del socialismo
real por parte del <<club mundial>> del capital, se
constituía en una gran oportunidad, según su lenguaje de matriz
DOFA o FODA, para
ampliar su acumulación
por medio de la combinación de varias vías: la liberal, la
neoliberal, la salvaje de la recolonización política militar, la
quiebra del <<Estado de Bienestar>> (autentico muro de
contención de la ampliación del espacio comunista soviético) y la
eficacia administrativa de la nueva izquierda aconductada o
cooptada.
Y resáltese bien, que
durante el paso por la nueva escuela de aprendizaje en Europa con
acceso a otra suma de impresiones, supimos en varios institutos de
estudios sociopolíticos, que el levantamiento antisistema, de los
Pueblos de Caracas, Los Teques y Guarenas, conocido como <<el
Caracazo>> o la rebelión popular contra los dictados del FMI,
influyó tanto en el <<Club 100>> en Bogotá, que su
cerebro ordenó arreciar el exterminio de la UP y la liquidación del
proyecto M-19 en su reconversión a partido político y eso
de nuevo puede ocurrir con la posible reconversión de las FARC en
movimiento político.
En efecto lo último que escuchamos en la viva voz de Jaramillo Ossa
a finales de 1989 en Budapest fue que, ell <<Club>>
consideró que un levantamiento popular en las grandes ciudades
colombianas similar al de Caracas, significaba la apertura de una
situación revolucionaria, que sería canalizada por la izquierda
armada y desarmada, que sin duda se extendería a los movimientos
antisistema del continente. Vistas así las cosas, hay que reconocer
con orgullo y alegría, que el fermento de la UP había calado hondo
en la vida nacional.
El clímax del terror
y algunos de sus <<victorias temporales>>.
No caben dudas, el terror
Paraestatal-Estatal-Comunicacional arreció y centenas de
revolucionarios de la UP, del M-19, del movimiento A Luchar y del
Frente Popular fueron asesinados. Y con ellos llegaron los
magnicidios de Bernardo Jaramillo Ossa y Carlos Pizarro, que
supusieron para el <<club 100>> la muerte en su parto del
posible nuevo Unirismo.
Gritaron victoria temporal algunos de sus ventrílocuos más
connotados; supusieron que la izquierda desarmada estaba obligada a
hacer un viraje que encuadrara en una izquierda democrática y se
moviera en el marco de las determinaciones económicas, políticas e
ideológicas (falsa conciencia) de la economía política del
capital.
En parte las previsiones
del <<club 100>> le resultaron favorables y por ello se
dispusieron a cumplir con otras dos grandes tareas. Una, preparar el
ataque al núcleo fuerte de la izquierda armada, las Farc-EP y
ordenaron por ello el asalto a Casa Verde, donde tenía asiento el
secretariado de este movimiento. Otra, hacer ingresar a la
<<izquierda democrática>> en un escenario de
<<compromiso histórico>> con el desarrollo y defensa de
la democracia representativa y su hermana gemela la economía
política de la propiedad.
En el ejercicio de esta
última idea <<El club 100>> le aprueba a su oligarquía
la realización de la Asamblea Constituyente y por su conducto la
aprobación de una Nueva Constitución de la República de Colombia,
como producto que debían compartir la Nueva Izquierda moderna y el
bipartidismo. La Nueva Constitución significó una ruptura con la
constitución centenaria liberal conservadora de fines del siglo XIX,
pero también implicó una forma de cooptación de una gran parte de
la izquierda a la democracia representativa. Desde ahí para acá
por razones de paz, humanismo y eficacia según ella, la izquierda
democrática sustituyó la propuesta que durante años agitó la
izquierda, de construir un <<Estado Socialista>> por el
impulso del Estado Social y de Derecho reconstruido a su parecer
periódicamente por las elecciones de la <<democracia
representativa>>, y reemplazó la proclama del
anti-imperialismo y la creación de los <<batallones América>>
por la defensa de la Nueva Constitución y sus instituciones. La
propuesta de la Economía Política alternativa a la del capital se
cambió por una inatrapable y disminuida economía social solidaria.
Esta nueva versión muy peculiar de Paz fue exaltada como el
paradigma de la nueva izquierda.
De este hecho histórico
debe aprender el pueblo colombiano y las FARC al definir los
resultados esperados de los diálogos de La Habana y Noruega.
Sin menguar para nada lo
publicitado por Antonio Navarro, cabeza entonces de la AD-M-19, no
fue cierto que <<la historia del país se hubiera dividido en
dos>> con la realización de la Asamblea Constituyente, como
tampoco se dividió en dos con la firma de los acuerdos de La Uribe
de 1984, entre las FARC-EP y el Gobierno de Belisario Betancur y como
tampoco se dividirá en dos con los diálogos de La Habana y Noruega.
No obstante eso, y es lo
que importa señalar, los y las miles de votantes de esta nueva
izquierda, primero convocados por La AD-M-19 y luego por el Polo
Democrático, que bajo el liderazgo de Carlos Gaviria llegó a
recaudar más de dos millones de votos en una elección para
presidente de la República, igual como ocurrió con el fermento de
esperanza de cambio que dejo la ANAPO, podrían optar ahora por un
reagrupamiento alternativo y decisivo para salirse de los límites de
la reproducción del sistema del capital. Hacemos este apunte porque
hoy los y las votantes están mejor informados de la precaria
situación que viven los pueblos en la Europa de los <<Estados
de Bienestar>> y de la izquierda democrática. Los y las miles
de votantes también tienen información de lo que es posible
alcanzar como colectivos y por medio de un trabajo solidario en los
países articulados en el marco ALBA (Cuba, Venezuela, Ecuador,
Bolivia y Nicaragua y varios países del Caribe), de los cuales
podría hacer parte Colombia. Nos referimos a los logros en el buen
vivir, el inicio de la construcción de la democracia participativa y
la Economía Política de la Transición Socialista.
CAPÍTULO IV. LAS
PERSPECTIVAS QUE ABRIÓ LA UP.
Con el exterminio casi
físico del proyecto de la UP, emergió su fortaleza espiritual. Para
muchos de sus militantes con los cuales hemos conversado a lo largo
de los últimos 22 años, la lucha por la Paz con Justicia Social fue
redimensionada tanto en su complejidad, en su significado. Nosotros
percibimos eso en el periodo 1989-1993, mientras hacíamos otras
tareas sociales durante el exilio en Europa. Nos ocurrió que al
examinar varios acontecimientos, algunos entrelazados, que juzgamos
que poseían elementos comunes, comprendimos que la idea de la paz no
era compatible solo con la ausencia de conflictos, pues estos se
reproducirían mientras persistieran los antagonismos sociales. Nos
referimos a la Invasión de Papá Bush a Panamá en 1989, la derrota
política electoral temporal de la Revolución Sandinista en
1989-1990, la rebelión popular del pueblo de Caracas contra las
imposiciones del FMI en 1989, la corta vida de la Coordinadora
Guerrillera Simón Bolívar, los asesinatos secuenciados de José
Antequera, Bernardo Jaramillo Ossa y Carlos Pizarro, el nacimiento de
la AD-M19, la crisis y caída del socialismo real soviético en
1989-1991 y la primera guerra de Estados Unidos contra Irak dirigida
por Papá Bush en 1991. En especial nos conmovió el desenlace que
tuvo la cuestión soviética, el cual pudimos conocer desde adentro y
de cerca entre diciembre de 1988 y julio de 1993.
Las preguntas que nos
hicimos entonces varios colectivos de exiliados y exiliadas en Europa
junto a nuestros contertulios europeos de izquierda, fueron: ¿Acaso
no es el gran capital y su centro imperial de operaciones quién está
detrás de todas las agresiones contra los pueblos? ¿Y acaso no es
la conciencia y la organización fragmentadas de la izquierda la que
facilita esa actuación imperial contra los pueblos? ¿Qué impide
que los pueblos unifiquemos pensamiento y luchas para enfrentar el
plan imperial y superarlo con un plan socialista universal?
Algunas de las primeras
respuestas de aproximación a estas preguntas están registradas en
varias <<cartas desde lejos>>. Esta modalidad epistolar
contribuyó a unir nuestras ideas y algunas luchas, y valga
resaltarlo, a constatar luego en la última conversación presencial
con Jaramillo Ossa a finales de 1989 en Budapest, que éramos (y en
gran medida seguimos siendo) una suma de impresiones favorables al
cambio histórico del orden social vigente a través de la Revolución
Social. El cambio que nos proponemos, pensábamos, cuestionará e
intentará superar todos los componentes del orden social en crisis
estructural (la economía política, la organización política, las
formas de la conciencia y las condiciones de vida del sujeto
histórico), y no solo uno de ellos y no se hará para reproducir ese
orden, sino para propiciar que nazca el de la paz entre los pueblos y
el de la sociedad del trabajo libre y asociado y su cultura.
Esta última
consideración implicaba orientarnos por una
síntesis transformadora teórica-práctica, tanto de la herencia
socialista próxima, como de la más lejana en tiempo y espacio.
Al respecto fuimos conscientes con Jaramillo Ossa que no se trataba
de hacer un ejercicio de eclecticismo de aparente y fácil resolución
por medio del pragmatismo como guía y el tareismo como metodología.
El conocimiento que tuvimos in
sito del
manejo de la Economía Política Soviética y del Estado y la
<<ideología>> que las sustentaron, nos ayudó a
comprender que en la izquierda mundial y nacional apenas se estaba
desarrollando el pensamiento crítico y la metodología para hacer la
nueva síntesis orientadora de la Revolución Social que Marx y
Engels propusieron en el Manifiesto de 1848 y Marx propuso en el
discurso Inaugural de la Primera Internacional en 1864, que hoy
juzgamos compatible con el indosocialismo de Mariátegui, o sea la
fusión del trabajo de los pueblos originarios con el trabajo
proletario.
En ese momento fuimos con
Jaramillo Ossa del parecer que no debíamos proceder con desespero a
afiliarnos a <<la izquierda democrática>>; debíamos
hacer acuerdos con ella o actuar como observadores en sus escenarios
internacionales pero no disolvernos en su seno. Fuimos partidarios de
realizar a finales del año 1990 un encuentro de crítica socialista,
tal como lo solicitaban otras corrientes de la izquierda para evaluar
el desarrollo de los acontecimientos en el campo socialista soviético
y en especial el avance social y el aprendizaje de la posible unidad
de acción con las fuerzas políticas que orientaba Carlos Pizarro.
Luego de eso si habría que proponer una salida a la situación que
enfrentaríamos con la inminente quiebra del socialismo real. Pizarro
y Jaramillo fueron asesinados y la idea resultó <<una llama al
viento>>, pero éste no la apagó, como luego veremos.
Precisamente
hoy pensamos que el trabajo del equipo de Luis Emiro Valencia al
rescatar la vigencia del Unirismo
y escribir sobre la vida y las perspectivas que abrió la UP, apunta
en la dirección a retomar <<la llama>> y extenderla por
doquier como un producto social maduro convergente que con seguridad
tendrá una gran base social transformadora. El
socialismo con democracia se abre paso.
Profundizando en lo dicho
un par de párrafos atrás, veamos las cosas en la perspectiva
dialéctica de Marx y Lukács aprendida de Hegel, en términos de
<<aufgehoben19>>,
en el sentido de considerar las continuidades pertinentes y las
discontinuidades en las ideas y la práctica de los procesos sociales
como hechos históricos viejos superables por sus contrarios nuevos
que despuntan y no simplemente negados, como un pasado que puede ser
dejado atrás, como si partiéramos de una tabula
rasa,
conveniente para el interés personal o grupal, pero insostenible en
la realidad, como bien lo puntualiza Mészáros20.
Así la democracia
representativa que ayudó a construir la burguesía y su peculiaridad
en Colombia y en el Marco ALBA, se superará conservando las
dimensiones relevantes de la misma. Veamos por ejemplo la elección
de voceros o voceras por eventos de las mayorías que luego tomarán
a su nombre decisiones fundamentales de las cuales informaran o no
informaran. En términos <<augehoben>> la forma de la
democracia heredada históricamente, será desalojada/preservada/
elevada a un nivel más alto, pues
las decisiones fundamentales del país o de la empresa ya no se le
endosa a esos voceros y voceras, sino que las toman las mayorías
y los voceros y voceras se convierten en una comisión temporal de
trabajo para hacerle, seguimiento o acompañamiento al cumplimiento
de la decisión, de lo cual rendirán cuentas periódicamente a la
mayoría.
En la dimensión que se
supera o sustituye, diferente a la negación mecánica, y en concreto
<<en el cráter que se abre al interior de ésta>>, por
ejemplo en la forma de la toma de las decisiones fundamentales, se
implanta o <<injerta>> el aspecto del cambio. Por este
camino la democracia representativa es superada progresivamente por
la democracia participativa, y en concreto la toma de decisiones
fundamentales jerárquicas del parlamento, la gerencia o el ministro,
es superada por la toma de decisiones directas del pueblo trabajador,
en cuanto a que estas constituyen asuntos relevantes del país o de
una empresa estatal.
Por supuesto, hay que
preparar el establecimiento de los implantes y considerar que un
cambio <<aufgehoben>> debe tratarse como un componente de
un sistema orgánico, al cual no cabe sustituirle una de sus partes,
para negarlo en su totalidad.
De esta forma un cambio
en la democracia participativa significa cambios profundos en la
economía de la ganancia o la crematística (con sus presupuestos de
calidad, productividad, eficacia y eficiencia). Progresivamente la
crematística debe ser sustituida por la economía colectiva dirigida
a satisfacer necesidades humanas o por la economía del trabajo. Y
esta superación elevada a un nivel más alto en la historia,
repercutirá en el tipo de democracia y viceversa.
Solo de esta forma se
podría partir la historia en dos, o sea ayudar a producir un cambio
de época, superar la crematística que nació hace más de 5000 años
y su forma de democracia liberal burguesa que aún no llega a sus 200
años. E integrados a este cambio en el sistema orgánico
economía-poder-conocimientos, sin duda debe ocurrir un cambio en el
pensamiento que ayuda a evaluar y reorientar la marcha del sistema.
Si la intervención de la
insurgencia de las FARC y el pueblo trabajador en los diálogos de La
Habana y Noruega contribuye a poner en evidencia la necesidad de
cambiar el sistema orgánico de la crematística, la democracia
representativa y su ideología liberal, entonces cabría decir que se
ha hecho un aporte al cambio de época histórica y a un proceso de
paz que se desea sea estable y duradero.
Y por supuesto que el
presidente Santos como vocero de la burguesía liberal llamará una y
otra vez en los diálogos de La Habana y Noruega a practicar el
<<realismo>>. Pues su conciencia y los intereses de su
clase defenderán la vigencia histórica de la crematística y la
democracia representativa como el camino único de vida de la
sociedad colombiana. Y para ello propondrán una crematística con
rostro humano.
Y por supuesto que no
dirá el Presidente Santos que uno de los resultados a obtener de los
diálogos para su clase social será desalojar a la insurgencia de su
vigilancia en los lugares de explotación de hidrocarburos y
minerales, con lo cual se posibilita la obtención de mayores
ganancias. En este campo específico la propuesta del pueblo en los
diálogos de La Habana y Noruega debe ser la nacionalización de toda
la cadena de la actividad de la producción de hidrocarburos y
minerales bajo control popular.
Ahora bien, a su ritmo y
su tiempo antes de y con los diálogos de La Habana y Noruega nace
una dualidad de poderes en toda Latinoamérica, que no muy tarde
tomará cuerpo en los propios Estados Unidos. Y el poder como bien lo
recuerda Kohan21
no es una cosa para atrapar, es mucho más que eso, es un conjunto de
relaciones sociales de fuerza y organización y sus formas de
conciencia, que ni las propias FARC unidas con el ELN pueden
controlar y subordinar. Solo el sujeto social del cambio, que dialoga
con el Presidente Santos y las FARC-ELN, es el llamado a desarrollar
las nuevas relaciones sociales de paz y de cambio de época histórica
en la sociedad colombiana. Las FARC-ELN son facilitadoras de ese
cambio consciente de época y con el cumplimiento de esta tarea
vencerán, como fue su juramento.
¿Será que el presidente
Santos le teme a los planteamientos de democracia participativa y de
Economía Política del Trabajo y frente a los cuales pide
<<realismo>>?
El dualismo está ante
nuestros ojos en la sociedad colombiana, en La ALBA y UNASUR. La
izquierda reconstruida y autocriticada en Colombia tiene la palabra
y la obligación de declarar con precisión a cuál aspecto del
dualismo apoya con los diálogos de La Habana y Noruega, a los que
pronto debe ingresar el ELN. Pero lo más importante es que el pueblo
colombiano también tiene la palabra frente a la construcción de
este dualismo y su superación histórica. Está naciendo un nuevo
<<realismo>> en la sociedad colombiana y latinoamericana,
que no es el <<realismo>> liberal.
Continuidades y
discontinuidades dialécticas ineludibles.
En este sentido hay que
reconocer en el periodo post-UP un par de hechos sobresalientes:
Primero que la
participación de la izquierda democrática en la Asamblea
Constituyente en 1991 y el triunfo repetido en la Alcaldía de
Bogotá constituye un avance en la promoción de la participación
del pueblo trabajador en la gestión de lo público o la cultura
política, aún extrañas y ajenas a las amplias capas de la
población. Pero lo que es indispensable autocriticar es que los
logros sociales en los últimos 20 años de actuación política de
la izquierda democrática resultaron insuficientes para superar los
profundos antagonismos sociales del orden vigente y sus desastrosas
consecuencias. Un rápido repaso del deterioro de las condiciones de
vida del pueblo trabajador colombiano en comparación con las
ganancias de los monopolios internacionales y criollos en ese mismo
periodo 1991-2011, nos dirá que tanto <<desarrollo social>>
o <<calidad de vida>> hubo. Las cifras no mentirán. Y
también habrá que evaluar si el pueblo colombiano en el periodo en
mención participó de la toma de decisiones fundamentales del país
o siguió ejerciendo como elector de voceros y voceras a las
instituciones políticas de la crematística.
Con igual criterio
debemos revisar autocríticamente el argumento principal, al que
entonces acudieron los dirigentes de la izquierda democrática para
justificar su afiliación al nuevo programa ante los círculos
protagónicos del segundo nivel de su militancia. Ese argumento fue
principalmente la
sostenibilidad ejemplar de los <<Estados de Bienestar>>
europeos.
Pero tal sostenibilidad
empezó a entrar en crisis poco después de la caída del llamado
socialismo real en 1991 y sus formas de Estado y Economía. Y a
juzgar por lo que ocurre hoy 20 años después en Portugal, Grecia,
Italia y España, y hasta en Alemania, Francia y los mismos Estados
Unidos, es fácil aceptar que los supuestos teóricos y la
metodología de la izquierda democrática colombiana, en pleno auge
de las manifestaciones de la crisis estructural del capital, han
entrado también en profunda crisis. Como también en crisis entraron
los supuestos y la metodología de la triada orientadora de la III
Internacional, partido de vanguardia (programa y mando)-frente de
masas y ejército revolucionario, que durante largos años se ha
impulsado desde cualquiera de sus tendencias influyentes que la
aplican en la marcha del movimiento revolucionario colombiano.
Segundo, es de reconocer
que hay un valioso aporte de las personalidades que de una manera o
de otra ayudaron a construir la dualidad a que hoy asistimos en
Colombia. Hay que aprender de la ideas orientadoras de Orlando Fals,
del verbo claro y encendido de Pardo Leal, el arrojo irreverente de
algunas luces de Jaramillo Ossa, las reflexiones acertadas de
Gilberto Vieira (Secretario General del PCC) sobre las perspectivas
del socialismo en el encuentro de la Universidad INCCA de1988, de las
notas de Aida Abella en su exilio y de las intuiciones de Carlos
Pizarro. A partir de estos reconocimientos y de centenares más se
pueden establecer puntos de contacto clave con lo que hoy serían
algunos de los rasgos de la teoría y la práctica de la construcción
de la Nueva Economía, no crematística y la Democracia
participativa.
Tercero. Es obligatorio
decir en voz alta que en la misma base material y humana de la
sociedad colombiana de hoy, en el seno del siempre heroico y
laborioso pueblo colombiano, en sus choques abiertos y sutiles,
radica el fermento revolucionario, el aprendizaje social acumulado,
que asimilará la síntesis orientadora del cambio social y la
convertirá en fuerza material transformadora.
Quizá, de una parte, al
comprender esto nos dispongamos a ponernos cerca al origen del nuevo
Unirismo y al principio del fin de la guerra social y armada por
medio de una solución política negociada y con amplia participación
popular. Los diálogos que se abren en La Habana y Noruega son otra
forma de iniciar la transformación revolucionaria de la sociedad
colombiana.
Y quizá de otra, de cara
al <<significado del tiempo y su carga histórica>>,
entandamos la importancia de tener cerca los escenarios ALBA y
UNASUR, y nos apuremos, antes de ingresar a ellos como pueblo unido,
a plantearnos el reencuentro en un nuevo plano, del
ideal indígena originario ejemplar (la antípoda de la
crematística), el sueño bolivariano de Patria Grande, el Unirismo
gaitanista, las esperanzas sociales del pueblo puestas en el Frente
Unido de Camilo Torres y la ANAPO, el gran logro ético obrero y
popular del Paro Cívico Nacional de 1977, los largos años de
Insurgencia Armada transformados en justa paz, el sacrificio de la UP
y la superación crítica de las insuficiencias en los logros de la
izquierda democrática desde 1991.
Ahora pasamos a mirar uno
de los logros clave de la UP, que no es importante introducir en el
proceso que se abre en La Habana y Oslo, pero que se empezará a
cerrar en las calles de Colombia y Latinoamérica.
El aprendizaje de
socialismo con democracia como producto de escuchar al pueblo y
practicar la autocritica.
La interlocución a
diario de la UP con muchas ciudadanas y ciudadanos y un gran grupo de
simpatizante en varios lugares del país y el extranjero, -de esto
último damos fe-, se tradujo en una interpelación a las FARC-EP
respecto a la necesidad de cesar en la práctica del secuestro como
medio de financiamiento de la lucha, y a mejorar el trato de algunos
destacamentos con la población, que en esencia constituye la razón
de su levantamiento en armas. En 1996 se supo que Alfonso Cano, para
entonces segundo comandante de las FARC-EP, planteó la posibilidad
de encarar el par de inquietudes antes expresadas. Es de destacar,
que gran parte de la campaña contrainsurgente que calificó a las
FARC-EP como <<fuerza terrorista>>, tuvo que ver mucho
con la retención que hizo durante varios años de personas no
combatientes y sobre todo de mujeres.
16 años después,
Alfonso Cano, antes de caer en lucha como comandante General de las
FARC-EP, ordenó, junto al secretariado de este movimiento, suspender
la práctica del secuestro como medio de financiación y la retención
prolongada de prisioneros de guerra en las duras condiciones de la
selva. Pero además un par de años atrás, había propuesto el
ejercicio de la Democracia Participativa como uno de los puntos clave
de la plataforma de la Nueva Colombia. A su puño y letra reivindicó
la <<
participación del pueblo en la toma de las decisiones a todo
nivel>>.
Y esa propuesta significa, en especial, crear las condiciones para
que el pueblo trabajador sea protagonista en la toma de las
decisiones que tienen que ver con la construcción, en términos de
Mészáros, de la única economía viable, la Economía Política
del Trabajo, capaz de propiciar la solución a la crisis estructural
del capital.
Y además Cano, precisó
en el mismo escrito que el papel del ejército revolucionario de la
paz es defender
la soberanía nacional y proteger a la población.
El mensaje fue claro, no más desafueros de comandantes guerrilleros
desatinados. Pero tampoco más ejercito oficial que vulnere los
derechos humanos y defienda la economía del inversor foráneo o
criollo extractor de plusvalor. No más ejércitos criollos como
apéndices de las fuerzas armadas de Estados Unidos.
Con este par de
proposiciones Cano y el secretariado de las FARC-EP le dijeron al
país que su PC clandestino, estaba afiliado a la idea de construir
autocríticamente una solución política negociada al conflicto
social y armado colombiano desde el cuestionamiento más profundo a
su propia práctica, al liberalismo gobernante y a la <<izquierda
democrática>>.
Tanto el liberalismo
gobernante dirigido por el presidente Santos y el vicepresidente
Garzón, como la izquierda democrática están interpeladas por este
planteamiento y en el marco de los diálogos de La Habana y Caracas,
tienen la oportunidad de manifestarse al respecto. Están
socioculturalmente jaqueados. Tienen la palabra.
Vaya paradoja, con la
muerte de Cano llegó la victoria inocultable de un par de sus ideas
fuerza fundamentales, que comparten millares de personas no
levantadas en armas y con las cuales progresivamente se orientará la
mayoría de la población colombiana en el desarrollo de un proceso
de paz duradero. Las grandes ideas se transforman en fuerza material
indetenible.
CAPÍTULO V. APUNTES
FINALES.
En
lo que va corrido del siglo XXI hemos tenido ante nuestras miradas la
turbulencia de un amplio movimiento universal con varios epicentros,
unos de fuertes choques sociales de resistencia (principalmente en
Europa y Estados Unidos) y otro de sensibles expresiones de
desarrollo nacional independiente en vías de integración, como
UNASUR, la ALBA y la proximidad Irán-Siria. En especial en el
epicentro ALBA, confluyen cinco revoluciones, la cubana, la
nicaragüense, la venezolana, la ecuatoriana y la boliviana, que
constituyen el parto de un nuevo hecho social y político en la
humanidad, orientado por matices
de ideas socialistas y el uso compartido de sus recursos naturales y
productivos,
en proceso de unificarse en un Programa y Plataforma comunes. Hoy
sus límites se extienden a varios territorios del Caribe y
precisamente en su última reunión de febrero de 2012 en Caracas,
aprobó que los territorios de sus países afiliados conformaran un
espacio económico común, fortaleciendo de esta forma su sistema
compensado de intercambio de productos y servicios y su
correspondiente unidad monetaria, el Sucre, por fuera de la mediación
del dólar y por tanto, del control total del sistema del capital.
Frente
a estos avances de cooperación, en cuyo seno pueden prosperar ideas
y acciones socialistas, acaecidos en pleno auge de las
manifestaciones de la crisis estructural del capital, su ordenamiento
mundial contraatacó. Para ello recurrió, como en los caso de
Honduras (país por poco tiempo miembro de La ALBA), Libia (país
cofundador de la Unión Africana y de La Asociación
Suramérica-África), Siria (país miembro de la proximidad
Irán-Siria) y Paraguay (miembro de la UNASUR y beneficiario de los
acuerdos energéticos con Venezuela), a la aplicación de la
combinación de varias estrategias, entre ellas:
- Los golpes de Estado,
- La recolonización política militar de países,
- La guerra mediática,
- El asalto privatizador de empresas productoras y la ocupación de las fuentes de energía, agua, biomasa y minerales.
- La reducción al máximo de los ingresos del trabajo, como se hace en Grecia, Portugal y España.
No
obstante este contraataque multidireccional del capital genera a su
vez nuevas respuestas sociales y nacionalistas y el brote de <<nuevos
epicentros>> de lucha y resistencia social planetaria. En
consecuencia, y por primera vez, luego de consumada la caída del
socialismo real soviético en 1991, surge, ya entrada la segunda
década del siglo XXI, la posibilidad de articular
desde ellos, debates y acciones alrededor de lo que serían sus
objetivos sociales y políticos comunes.
Un
camino a seguir por semejante articulación, realizada a varios
ritmos, sería su conversión progresiva y bajo la satisfacción de
algunas condiciones, en
un movimiento socialista mundial por la supresión y superación del
sistema que provoca las crisis que
producen enorme sufrimiento, pobreza, destrucción de ciudades y
muerte; sistema que en la actualidad, con el calentamiento global y
los cambios climáticos que ha generado y con las posibilidades de
una guerra nuclear por un ataque imperialista contra Corea del Norte,
Irán o Siria, pone en riesgo la supervivencia misma de la humanidad
y del planeta.
A
quienes una vez militamos en La UP y seguimos reivindicando su aporte
a la nueva Colombia, cuyo núcleo es una obra social convergente en
construcción, nos es obligatorio sostener que nuestras vidas no
deben concluir sin antes, por lo menos, reclamar la importancia que
tiene para el futuro de Colombia, la (re) construcción de una fuerza
histórica que facilite el paso a la Paz con Justicia Social y
contribuya a articular el país que contribuirá al cambio de época
histórica, con sus homólogos del movimiento mundial por el cambio
de sistema del capital y el freno a la destrucción de la Madre
Tierra.
Esa
fuerza
de
organización participativa, que no acuda a la jactancia de
declararse vanguardia, sería una Unión, el Unirismo, un Frente
amplio, una Confederación de socialistas, partidarios de la
teología de la liberación, comunistas autocríticos, defensores de
derechos humanos, partidarios de fortalecer y ampliar la vida de los
pueblos originarios y partidarios autocríticos de la izquierda
democrática, todas estas expresiones actuando como corrientes
facilitadoras del cambio de época histórica, orientada por el
pensamiento crítico socialista transformador.
EL
PENSAMIENTO CRÍTICO-TRANSFORMADOR SOCIALISTA.
Al
decir de Sarmiento Anzola22,
el <<pensamiento crítico>> es una teoría global de la
sociedad y la sociedad es un producto de la acción reciproca de los
seres humanos. Y agregamos, que a su vez, somos parte integrante de
la naturaleza.
Quizá
redundamos al hablar de pensamiento crítico, pues todo pensamiento
como bien lo precisa Vega Cantor23
que aborde el conocimiento de la vida de la sociedad para su
transformación revolucionaria en el marco de un contexto específico
de relaciones sociales, de hecho es crítico. Pero el atrevimiento
liberal reduccionista de proclamar la llegada de la sociedad al fin
de su historia y por consiguiente de la reivindicación de un
pensamiento único para <<reproducirla, orientarla y
disfrutarla>>, nos obliga a acompañar la idea del pensamiento
con su calificación de crítico.
Y
la calificación del pensamiento al cual estamos haciendo
referencia, como crítico-transformador, es para insistir en la idea
de Marx de estudiar el mundo para transformarlo y no solo para
interpretarlo, que en términos de Gramsci, Korsch y Lukács,
equivale a una <<filosofía de la praxis>>. Hablamos
entonces del pensamiento
crítico-transformador socialista
para resaltar su doble carácter de producto y orientador de la
superación revolucionaria de la actual sociedad mundial del capital
en una dirección estrategica socialmente acordada, atravesando un
momento histórico concreto, la
transición
hacia una forma histórica nueva. Por supuesto que no es la
transición que el gobierno mundial del capital le impuso a Libia o
la que quiere imponer a Siria, o la transición abordada como una
totalidad estructurada por los mercados, la democracia representativa
y el pensamiento reproductor del neoesclavismo.
El
cambio social de un país, de un grupo de países o del conjunto del
mundo en transición, que padecen la crisis estructural del capital,
lo estudia y lo hace un sujeto histórico social (especifico de cada
lugar y de componentes concretos convergentes), que se conoce a sí
al mismo tiempo que transforma la sociedad. La salida a la crisis la
busca el pueblo trabajador de Venezuela o del Marco ALBA y también
el pueblo trabajador colombiano según lo muestran sus últimas
movilizaciones de calle y sus mensajes sociales. Y el cambio debe
estar orientado por el pensamiento socialista transformador que solo
adquiere esta dimensión cuando se lo apropia y hace pertinente su
sujeto histórico social.
La
autoformación y la formación del sujeto del cambio social en el
pensamiento crítico transformador socialista
Desde
la perspectiva de la autoformación, el papel de la educación a todo
nivel consiste en apoyar la formación y la autoformación del
sujeto histórico. Y para ello es clave comprender, en sintonía con
Ludovico Silva24,
que una sociedad humana en estudio-transformación es de acuerdo con
Marx y Engels, el sujeto de la historia. Y es un sistema de
componentes mutuamente influyentes, una totalidad con un determinado
grado de complejidad, de la cual hacen parte en lo fundamental, las
ideas-valores conciencia, la economía y el poder político. Desde
esta comprensión los cambios en las ideas-valores-conciencia
influyen en los cambios en la economía y el poder político y
viceversa, con lo cual se toma distancia y se supera el mecanicismo
que reduce los cambios en las ideas-valores-conciencia a una
consecuencia-reflejo de los cambios en la estructura económica de la
sociedad o al otro mecanicismo criticado por Ludovico25
que considerará que los cambios en la edad media fueron productos de
las ideas de Descartes y no de del sujeto histórico de entonces.
En
una consideración similar a la de Ludovico, Harvey26,
le asocia al cambio social siete momentos o elementos. Y en una nota
de Marx en el libro
I y en
su capítulo de Maquinaria y Gran Industria, muestra la fuerte
imbricación dialéctica de los elementos tecnología, la relación
con la naturaleza, las relaciones sociales y las representaciones
mentales.
Por
tanto no tiene sentido histórico y constituye un ejercicio
mecanicista, todo intento de separar, acorde con Gramsci, Luckas y
Korsch y en palabras de Kohan27,
el hombre de la naturaleza, al sujeto del objeto, a la actividad de
la materia, al ser del pensar y el hacer. Y más aún cuando
proponemos estudiar el proceso de transformación de una sociedad
antiquísima como la del capital, que todo lo convirtió en mercancía
y cultura, de la cual, por ejemplo la sociedad colombiana y la
sociedad venezolana y su marco ALBA son parte integrante.
Por
tanto, el pensamiento crítico-transformador es un sistema de
conocimientos declarativos (teórico-conceptuales-datos),
procedimentales (estrategias, tácticas, planes, cursos de acción) y
axiológicos (actitudes y valores). Es histórico temporal y se
reconstruye con la praxis del sujeto transformador, con su conciencia
(compromiso y conocimiento), por eso es humanista y liberador y se
nutre de varias fuentes y partes integrantes y por tanto no es otro
pensamiento único. Así la profunda crítica de Marx (con su
contexto, vigencia e insuficiencias), al sistema del capital y su
propuesta de una forma histórica nueva para superarlo, son solo una
clave de sus partes integrantes
De
ahí que el pensamiento crítico-transformador sea visto como un
sistema complejo dirigido a orientar la superación histórica del
sistema del capital, dentro del cual es parido, el cuál manifiesta
por medio de múltiples indicadores que se encuentra en plena crisis
estructural. Valga reiterarlo, no tendría sentido reconstruir este
pensamiento para reformar o intentar ajustar la milenaria dinámica
del capital (más de 5000 años de crematística) destructor del ser
humano al plan de su reproducción. Recordemos que el capital es
mucho más antiguo que el capitalismo, manera de producir, vivir y
pensar que tenemos ante nuestros ojos. El capital como bien lo
distingue Mészáros28,
nació con las mercancías y su distribución, nació con el
incipiente primer Estado de los propietarios y las propiedades, su
sistema de conocimientos inicial y su división social del trabajo y
su correspondiente estructura jerárquica. La criatura del capital
pues creció y se multiplicó en todos esos aspectos durante miles de
años. El capitalismo es reciente, en su forma clásica nació con
las ciudades, la industrialización y su arsenal de mercancías, la
banca articulada, el Estado que regula la propiedad y con poder
militar, la escuela y la ley para intentar perpetuarla.
1
Mészáros,
István. El
desafío y la carga del tiempo histórico.
Vadell Hermanos, Caracas, 2008. Capítulo 3.
2
Kohan,
Néstor. EN LA SELVA (los estudios desconocidos del Che Guevara. A
propósito de sus cuadernos de lectura de Bolivia). Misión
Conciencia, Caracas, 2011. En este libro Kohan desarrolla la
propuesta del guevarismo como corriente clave para construir el
socialismo del siglo XXI. Páginas 259-304.
3
Ramírez,
Socorro. Diario de Últimas Noticias, Caracas, domingo 2 de
septiembre de 2012, página 30-sección EL MUNDO.
4
Wallerstein,
Immanuel. La
decadencia del imperio. Estados Unidos en un mundo caótico.
Monte Avila, Caracas, 1ª edición, 2007. Páginas 250-251
5
Mészáros,
István. LA
CRISIS ESTRUCTURAL DEL CAPITAL. Ministerio
del poder Popular para la Comunicación y la Información. Caracas,
2009.
6
Dieterich,
Heinz. Hugo
Chávez y el Socialismo del siglo XXI.
Movimiento por la Democracia Representativa, Barquisimeto, 2005.
Capítulo 2.
7
Kohan,
Néstor. EN LA SELVA (los estudios desconocidos del Che Guevara. A
propósito de sus cuadernos de lectura de Bolivia). Misión
Conciencia, Caracas, 2011. En este libro Kohan desarrolla la
propuesta del guevarismo como corriente clave para construir el
socialismo del siglo XXI.
8
Mészáros,
István. El desafío
y la carga del tiempo histórico,
capítulo 3.
Vadell Hermanos, Caracas, 2008. Capítulo 3.
10
Unirismo.
Unión Nacional Izquierdista Revolucionaria. Creada por Jorge
Eliecer Gaitán 1933-1934 en Bogotá y cuyo manifiesto fue publicado
en el primer ejemplar del periódico UNIRISMO.
En sus páginas, Gaitán presenta su programa socialista y la
plataforma para iniciar su realización.
11
Guevara,
Ernesto. Apuntes críticos a la Economía Política. Editorial de
Ciencias Sociales, La Habana, 2006.
12
Harnecker,
Marta. Nos referimos a varios conversatorios, cuyos núcleos están
en sus escritos que publica www.rebelion.org
y en particular a la lectura de su libro Reconstruyendo
la Izquierda
del año 2007 reproducido en Bolivia.
13
Lebowitz,
Michael. Hacemos referencia en especial a su obra, Más allá de El
Capital.
La economía política de la clase obrera.
14
Se trata de
la lectura de sus obras, Más allá del capital, El desafío y la
carga del tiempo histórico, La crisis estructural del capital,
socialismo y barbarie y La Estructura social y formas de conciencia.
15
Bacher,
Norberto. Revolucionario Socialista de origen argentino que desde
hace años trabaja en Venezuela en la formación obrera socialista.
16
Einstein,
Albert. ¿Por qué socialismo? Escrito en 1949 y difundido
ampliamente como material obligatorio para el debate socialista.
17
Institucionalidad
Oligárquica. Fusión de la oligarquía liberal conservadora
colombiana, subordinada a los monopolios internacionales del capital
mundial que empiezan a consolidarse desde la segunda guerra mundial.
Compuesta por grandes empresarios y banqueros y terratenientes que
luego controlarían grandes agroindustria. Julio Silva Colmenares
los identifica muy bien en su libro Los
verdaderos dueños del país.
18
Para
Mészáros el sistema del capital contiene al capitalismo, lo
antecede. E incluso se reproduce en sociedades que suponemos que
construyen el socialismo, como ocurrió en la extinta Unión
Soviética y ocurre en China. El capitalismo es una de las formas
históricas del capital, donde de manera generaliza el trabajo está
hegemonizado y controlado por el capital.
19
Aufgehoben.
En lengua alemana el verbo aufheben puede significar levantar,
abolir, conservar, guardar. Y en Hegel, Marx y Luckas, su forma de
pasado perfecto aufgehoben
es
una categoría que denota una ruptura histórica
20
Mészáros,
István. Estructura social y formas de conciencia. Volumen I. La
determinación social del método. Ediciones Presidencia de la
República. Monte Avila, 1ª edición, 2011, Caracas. Capitulo 7,
pagina 239.
22
Sarmiento Anzola, Libardo. Teoría
crítica. Un paradigma sistémico.
Documentos desde Abajo, Bogotá, 2011.
24
Silva, Ludovico, La
plusvalía ideológica.
Fundación para la cultura y las artes, Caracas, 2011. Páginas 58 y
59.
25
Silva, Ludovico. Obra citada, página 58.
26
Harvey,
David. Los
siete momentos del cambio social.
www.herramienta.com.ar
/revista-herramienta-nº43.
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